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viernes, 13 de junio de 2008

¿Y ahora quien podrá ayudarme?









La semana transcurrió a toda velocidad, y a un nivel de agotamiento extremo.


Ansiábamos que llegara el fin de semana.
Necesitábamos despejar nuestra mente.


*****



LLega el añorado sábado y salimos en plan de recorrida turística.
La Pataia, el Tren del Fin del Mundo, Monte Olivia, el Glaciar Le Martial.
Casi todo.
Llegamos exhaustos al hotel.
Nos bañamos, dormimos dos horas y nos juntamos en la habitación de ellos para cenar.
Pedimos milanesas con puré.Tomamos dos litros de cerveza.
A las doce de la noche,Daniel dice que podemos ir a bailar.
Y vamos.

*****
El boliche está lleno de gente.
La música está buena, y ni bien llegamos nos ponemos a bailar.
Nos cruzamos con un cliente que nos invita a tomar algo.
Trae tres tequilas a la pista.
Bailamos con él, su novia y algunos amigos.
Al rato trae champagne.
Tomamos.
Cuando se acaba, trae daiquiris, y después, durante el resto de la noche, nos la pasamos tomando cerveza.
Cuando a eso de las dos y media de la mañana quiero ir al baño, me doy cuenta de que tambaleo al subir las escaleras. Me miro en el espejo y veo que mis ojos denotan una excesiva cantidad de alcohol. Por suerte, cuando salgo, está Leandro.

- Te vi subir la escalera en mal estado - dice - Así que vine a buscarte para que no hagas papelones al bajar.

Se ríe.
Me apoyo en él para bajar.
Me mira.
Nos miramos.
Vamos a la pista y bailamos juntos.Con la excusa de que yo no me caiga, me agarra bastante para bailar.
Yo me dejo, claro.
Daniel está como poseído por el tequila y la música, y descubro que es el más borracho de los tres.
Se sienta, y mueve la cabeza de un lado a otro, como los muñecos de colectivo.
A eso de las cinco, Leandro dice que vayamos.
Literalmente dice:

- Están hechos pelota los dos.Vamos a dormir que les va a venir bien.

Le hacemos caso, pero porque no tenemos poder de reacción.
Leandro nos guía.Nosotros lo seguimos, como podemos.
A los tumbos, y a pura carcajada por las calles del centro.
Vamos zigzagueando.
Damos pena.

*****

Apenas llegamos al Apart, Daniel se mete en su cuarto.
No se lo escucha más.Ningún sonido sale de su habitación.

Leandro me acompaña a mi cuarto.
No recuerdo alguna otra ocasión en donde me haya sentido tan alcoholizada.
Estoy al borde de la inconsciencia.
Me siento en la cama.
Leandro me prepara un café.
Yo balbuceo palabras sin sentido.
Se acerca con el café y me sostiene la cabeza y la taza para que pueda tomarlo.
Yo me río, con risa de borracha.
Cuando termino el café, me saca los zapatos.
Me gusta.
Sigo balbuceando.
Me pregunta que me pasa.
Hago señas de fastidio con el sweater.
Me pregunta si me molesta.
Asiento.
Me ayuda a sacármelo.
Me quedo en calzas negras y remera larga.
Descalza.
Sigo fastidiosa.
Le hago entender que tengo calor(la calefacción en los interiores suele ser elevada).
Me saca la remera.
Yo me entusiasmo.
Parece una tarea fácil que me desvista.

- ¿Listo? A dormir ahora- dice

- Nooooo- digo

- ¿Cómo no? - pregunta

- No te vashaas - digo puchereando

- Blonda...¿Qué pasa ahora? - pregunta

- Sho te cuidé a vosh... -digo

- Y yo te estoy cuidando, ¿o no? - dice

- Nahh- digo - Me moleshta...

- ¿Qué cosa? - pregunta Leandro

- Cogpiño - digo, mientros tironeo para sacármelo.

- Pará, que yo te lo saco - dice

Un dejo de pudor hace que me cubra, mientras él me lo saca.

Se levanta en dirección a la puerta, como para irse.
Lo sigo, con los brazos cruzados en el pecho cubriendo mi semi desnudez.

- Viní, viní - digo

Se acerca.
Yo me acerco más.
Apoyo mi cabeza en su pecho, y suelto mis brazos a los costados del cuerpo.
Lo abrazo.

Entonces lo escucho decir, en tu tono extraño:

- Blondaaa, mirá que además de todo soy hombre. Tratemos de controlarnos.

- Nahh- digo, y me rio

- Blonda, en serio, esto se está tornando complicado de aguantar para mi - dice

- Mejor -digo, y lo abrazo más fuerte.

Se suelta.
Me cubro.

Nos miramos.

- Metete en la cama -dice- Yo me voy a mi cuarto a dormir.

Le ruego, le imploro que se quede.
Le digo que me siento mal, que no quiero estar sola, que no sea malo, que...
Pero cierra la puerta.
Yo me apoyo contra la barra, enciendo un cigarrillo como puedo, y lloro.
Lloro mucho, con la cabeza antre mis brazos como si fuera una nena a la que le arrebataron la muñeca que más quiere.
LLoro, lloro, hasta el cansancio.

Y nadie, pero nadie viene a consolarme.








2 Blondas y algunos rubios no se callaron:

Anónimo dijo...

Nadie puede ser tan patetico, ni siquiera en pedo. Esto no es real

Fanta dijo...

Si , claro que se puede , lo que pasa es que comunmente somos pocos los que nos permitimos contar nuestras miserias !!!! Segui asi blonda , sos genial !!!