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miércoles, 16 de julio de 2008

Ramiro: Una excusa de bolsillo



Hoy me levanté mejor.Mucho mejor.

Me sentía cansada y aburrida del letargo, y mi mejor plan era salir a trabajar, como si me estuviera yendo de shopping.

Lo bueno es que mi sonrisa matutina no tenía nada que ver con la vuelta del franco de Ramiro.Mi día estaba lleno de entrevistas en empresas lo que representaba estar llegando a la oficina a las cuatro de la tarde...o sea, verlo una hora como mucho.

Estuve yendo y viniendo por la ciudad:Puerto Madero, Recoleta, Villa Crespo, Microcentro.

En medio de mi recorrido, al mediodía, encontré un motivo para ponerlo a prueba a Ramiro, y entonces le mandé un mensaje pidiéndole que me averiguara por la solución al reclamo de un cliente que está pendiente de hace 15 días y que él sabe que me tiene preocupada.

No me contestó, y yo, inexplicablemente, me sentí feliz.

Mi felicidad tenía que ver con haber encontrado un motivo para enojarme desde el fondo de mi alma, para pensar que con todas las manos que yo le había dado en lo laboral, él me estaba negando un pequeño favor, y aferrarme a esa imagen de desagradecido, de poco solidario, de poco compañero... Mientras caminaba le daba cuerda a la bronca como quien gira la perilla de un electrodoméstico añejo y fuera de uso. Yo misma retroalimentaba la rabia, y lo hacía mutar de la piel del héroe, a la piel del asesino en unos pocos minutos.Ramiro no merecía que le dedique un sólo momento más de mi trsiteza, ni una sóla preocupación, ni un solo minuto de mi tiempo.

A las cuatro menos cuarto llegué a la oficina.Radiante, nueva, con la idea de poner a Ramiro en penitencia por un larguísimo tiempo.

Apenas puse un pie, vi que venía hacia mí, serio. Entonces lo escuché decir:

- Hola, te averigüé lo de este tipo, lo del reclamo.Sigue pendiente de respuesta.

Recién ahí me saludó.

Yo sólo le agradecí, a secas, y me senté en mi escritorio después de un "hola" general al resto de la oficina.

Mi plan de destrucción de su imagen perfecta se había desmoronado un poco, porque él se habñia ocupado de averiguarme.Lo único que podía llevarme a continuar con mi idea, era que la respuesta a la pregunta que pensaba hacerle , me diera la razón y confirmara mis motivos para alejarme.

Entonces le pregunté, levantando apenas la vista por encima de mi computadora:

- Rami... ¿Por qué no me contestaste el mensaje?

De todas las respuestas que mi mente barajaba, no eligió ninguna, y para mi desconcierto dijo algo que jamás hubiera imaginado:

- Blonda, ¿qué querías que hiciera? Con las corridas que estás teniendo con el tema de tu vieja, y toda tu preocupación por cosas realmente importantes, ¿Te iba a mandar un mensaje diciéndote que estos boludos no dieron ninguna respuesta para el caso de tu cliente? ¿Te iba a cagar la mañana? ¿Qué podías solucionar vos desde la calle? Nada. Así que preferí decírtelo cuando llegaras.¿Estuve mal? - respondió

- No,estuviste bien - dije, totalmente desubicada en el tiempo y el espacio.

No contento con esto, a los veinte minutos acercó su silla al lado de la mía, y me dijo:

- ¿Cómo estás? ¿Qué novedades hay de lo de tu vieja?

Le conté que estamos a la espera de los resultados de los estudios, y que seguía preocupada.

Estiró su mano, y me acarició el pelo, mientras repetía que tratara de esperar lo más tranquila posible, que todo iba a estar bien.

Noté entonces, que ante la realidad de que Ramiro es un ser muy difícil de extirpar de mi vida, había manoteado una barata excusa de bolsillo, con la idea de crucificarlo por algo que él, seguramente, sería incapaz de hacerme.

0 Blondas y algunos rubios no se callaron: