Otoño cruel

Llegó el otoño, y esos quince grados con cielo gris que sólo me dan ganas de quedarme en casa sin hacer nada, pero lo que se dice nada.

Tenía pensado aprovechar el feriado para ordenar el placard y dedicarme a la jardinería rellenando macetas desprovistas de verde, pero apenas abrí un ojo y tomé consciencia del clima, sólo me abracé a la almohada, estiré el acolchado hasta la nariz y me di vuelta para el otro lado.

El frío me pone pausa, no hay caso.

Los planes de estar activa todo el día quedan reducidos a la semana laboral en que no queda otra, pero para los momentos de ocio, déjenme hacer zapping por los canales de cable, empacharme de horas de Lost y tomar café con leche en taza extra grande con cuatro almohadones de respaldo.
Soñar con un amor para hacer "cucharita", una playa de arena blanca que me caliente los pies, y una torta recién horneada que deje migas en la cama...

Pero no, nada de pastelitos calientes, brownies de puro chocolate ni medialunas recién hechas, porque para colmo de males llevo diez días de estricta dieta que no sé en que estado de alcohol y estupefacientes habré decidido hacer... Vivo comiendo zapallo al horno con queso, o en su defecto, zapallo hervido con una lámina de pollo.Las galletitas sin gusto a nada, untadas con mermelada diet, son el único lujo goloso de la jornada y para los ataques de hambre nocturnos, tengo a mano una manzana pigmea.

Desde que empecé la dieta que quiero anotarme en el gimnasio, pero llego tan cansada del trabajo, y tan tarde, que vengo postergándolo desde el mismo día en que me nació la idea.

Lo más probable, es que una vez que tome el coraje de anotarme, me entusiasme, pero necesitaré de un remolque que me saque de la cama y me arrastre hasta la puerta.

A partir de los treinta y pico, creo que sufro una metamorfosis, que me convierte en una persona llena de energía en verano, con ganas de no parar un segundo en mi casa, y aprovechar todo el sol posible, y en un oso que sólo desea quedarse en la madriguera consumiendo películas de toda índole, durante el otoño y el invierno.

Díganme aburrida si quieren, pero el placer de estar cobijada en mi cama, con el control remoto de la tv en la mano, mientras afuera sopla el viento más despiadado, no me lo quita nadie.

¿Ustedes como soportan el frío?