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jueves, 31 de diciembre de 2009

Y que sea lo que sea


Ya se está yendo.
Viene en su lugar un reemplazante.
Un novato al que señalan como un candidato prometedor,
capaz de serrucharle el piso a cualquiera.
Llega apurado porque sabe que lo esperamos ansiosos
en el umbral de la puerta, con los bolsillos llenos
de esperanza y la mirada clavada en la ilusión.
No trae garantías ni avales
pero hay algo en él que nos hace creer que es el indicado,
el que irá a cumplir nuestros propios pactos internos,
el que renovará los plazos para esos cambios postergados
y el que nos indultará por los 12 meses transcurridos
sin gloria (pero con pena).


El nuevo tiene el vigor propio de la juventud,
el ímpetu intacto y el deseo sin corromper.
Considera que es capaz de destruir la monotonía de los lunes
e incrementar la alegría de los viernes.
Insinúa que habrá pocos bancos de niebla en un paisaje
principalmente despejado.
Advierte que los logros no serán gratuitos
y que de un mal trago obtendremos el zumo del aprendizaje
y la satisfacción del intento.
Cree que es de suma importancia estar ávidos y atentos,
dispuestos a que un día cualquiera la felicidad
nos quite la venda
y nos mire a los ojos hasta encandilarnos.


Llega,
extiende su mano en un cálido saludo
y nos regala una frase para tatuar en la memoria,
para recordar en las 8760 horas que empiezan a correr
sin pausa desde mañana:
Es sabido que hay que vivir cada día como si fuera el último.
Lo que nos cuesta entender es que alguno de esos días
será realmente el último.


Así que a recibir este 2010 con la sangre alborotada,
el ánimo a ras del cielo
y la profunda promesa con nosotros mismos
de que no dejaremos pasar las oportunidades
que el año nos regale para ser feliz.


Y después, que sea lo que sea.
O lo que deba ser.



¡Feliz año, adorados amigos del espacio virtual y real!






jueves, 24 de diciembre de 2009

Todo llega







Cantando bajito y con paso lento se fue acercando la Navidad.
Atravesó las hojas del calendario, se paseó por la cuatro estaciones y llegó, algo cansada, pero conservando el mismo espíritu alegre de siempre.

Una Navidad que me obliga a tomar conciencia de que este año duro, cruel y teñido de angustia, se va colgado de alguna bengala hasta perderse entre las luces multicolores.

Acá abajo queda el aprendizaje. Queda la sensación de haber dado batalla a diez meses de incertidumbre, de letargo impuesto por la vida.
Un 2009 que pasa a ocupar un lugar en el cementerio del pasado, enterrado junto a las miserias fortuitas que me tocó vivir y a la gente que hoy ya no tiene ni rostro, ni nombre, ni lugar en mi memoria.

Abajo, en mi pequeño mundo cotidiano, queda una colección de afectos con olor a nuevo y otros tantos añejados por el paso del tiempo que se convierten en reliquias de inmenso valor.
Queda también un lugar de privilegio para mi vocación y otro de estreno para mi nuevo trabajo.

Y por sobre todo queda la esperanza intacta y reluciente de saber que así como llegó la Nochebuena llegará un nuevo año con 365 páginas para colorear.

Todo llega, vale la pena esperar.



Que tengan la mejor de la Navidades y que el 2010 los lleve de paseo por los caminos de la felicidad.


Desde, y con el corazón: ¡Feliz TODO para ustedes!


domingo, 13 de diciembre de 2009

La secreta diversión femenina


El viernes tuve la oportunidad de ir al Night Golf Series que se organizó en el Pilar Golf Club donde hubo un increíble desfile del diseñador Rubén Fernandez. Aquellos que no estaban tan interesados en contemplar la colección y babearse con vestidos inaccesibles podían abalanzarse sobre la abundante parrillada de campo o deleitarse con un espectáculo de malabaristas al aire libre que, por suerte, tenían bastante más talento que los que se paran junto al semáforo.

El evento estaba organizado por Clear que presentaba un nuevo shampoo anticaspa que, además de de las virtudes habituales, tiene la particularidad de dejar el pelo tan brillante como si lo hubiéramos lustrado a mano ( y esto lo afirmo porque ¡es el shampoo que uso!).

Por supuesto que para la ocasión habían contratado a súper modelos, con cabellos tan largos como Rapunzel*, que parecían recién saliditas de la publicidad. Así que nuestros acompañantes masculinos contentísimos con el paisaje que ofrecía, de un lado la pasarela llena de un metro ochenta de torneadas piernas y, del otro, el stand de Clear con promotoras curvilíneas enfundadas en trajecito negro.

Voy a confesar que a partir de que asomara la primera cana y los glúteos comenzaran a respetar al pie de la letra la ley de gravedad, me he sorprendido a mí misma con ganas de hacerle vudú a alguna adolescente en minifalda, con piernas estilizadas y ...¡sin tacos!, o que mi vocecita interior ha pronunciado la frase "como te abollaría con el ciclomotor"ante una de esas mujercitas despampanantes que abofetean nuestra autoestima ( y la dejan chiquita así).

Comprobé que es en esas ocasiones cuando las mujeres más nos divertimos. No podemos resistirnos a un menú que ofrece un lugar súper top, gente famosa, rica comida, hombres al acecho y un montón de mujeres sueltas dispuestas a pavonearse por el salón como perro de raza en exhibición. De pronto, se nos asoman los colmillos, intercambiamos una mirada cómplice con nuestra compañera/compinche del trabajo y la lengua empieza a serpentear entre chimentos y críticas.
Si hacemos un rápido paneo hacia los costados y encontramos otro grupo de mujeres en pleno revoleo de ojos y sutil mano en la boca para impedir que algún astuto interprete lo que dicen sus labios, seguramente estarán haciendo lo mismo que todas: descuartizando sin piedad a la promotora o tejiendo conjeturas sobre "cómo puede ser que ese morocho esté con esa feucha".


Nos divierte criticar despiadadamente a los extraños, suponer sobre su vida privada y condenarlos por cosas que no hicieron ni tal vez hagan jamás. Nos potencia nuestra amiga cuando dice " mirá lo que se puso esa" o "ahí llegó la ex de fulano. ¿Viste?, es mucho más linda que la pareja actual". Somos poseídas por los elfos de las revistas de moda y contagiadas por el bacilo de la frivolidad que nos obliga a desenroscar los pensamientos más crueles y a dejarlos libres sabiendo que nadie nos va a censurar.

Pero el hechizo que nos convirtió en las brujas más malvadas desaparece cuando esa promotora a la que le pusimos botox y le sacamos arrugas a nuestro antojo, y de la que criticamos hasta el color del esmalte de uñas, nos dice: "Chicas, lleven el set de productos nuevos para probar" y nos estira su mano bronceada con una hermosa bolsita llena de envases de shampoo y crema de enjuague mientras nos sonríe. Sí, nos sonríe sin ningún resentimiento porque seguramente se dio cuenta que somos un poco malitas, pero tampoco para tanto.






*Rapunzel es un cuento de hadas de la colección de los hermanos Grimm en el que la protagonista dejó crecer su pelo para que el príncipe pudiera trepar por su extensa trenza hasta llegar a rescatarla de la torre en que estaba encerrada.















miércoles, 9 de diciembre de 2009

SPN (Síndrome pre- navideño)



Las señales son notorias: repulsión a los adornos multicolores en las góndolas de los supermercados, profundas nauseas al ver la hilera de pan dulces exhibidos en la panadería y rechazo absoluto al rojo y al verde. El síndrome pre-navideño llegó y la gente va siendo poseída del virus del villancico.

Ya les conté el fastidio que me generan las Fiestas. Desde que me di cuenta que cada año se achicaba el número de comensales para la Nochebuena, el único agradable momento de la velada era el final, cuando por fin cerraba los ojos para sumergirme en esa dosis de olvido que me regalaba el sueño.
Siempre deseé que los últimos días del año se pasaran rápido, que se fueran con la primera bengala y el corcho reventando contra el árbol. Inevitablemente, siempre la Navidad me ganó el mano a mano.


Hoy, fiel a la tradición aunque a desgano, saqué del fondo del placard el pequeño arbusto que oficia de pino navideño. De tantas mudanzas que sufrió, tiene las ramas peladas y la mitad de adornos. Ni hablar de la estrella que hace tiempo abandonó la cumbre.
Del pesebre sólo queda María con el niñito Jesús y una oveja que, si José no vuelve pronto con víveres, imagino que será carneada para el 25.

Ante semejante panorama y escasez de ornamentos decorativos, me di cuenta que podía optar por darle cuerda al desánimo o cambiar el chip y poner en ON el optimismo.
Así que improvisé un pesebre bizarro reemplazando la figura de José por un muñequito de cotillón y puse un ángel en la punta del árbol. Crucé dos guirnaldas enormes por el living, (rojas y verdes, por supuesto) y puse un Papá Noel medio despeinado en la puerta de casa.

Ya prometí que mañana mismo compro lucecitas blancas para el balcón ...
porque esta puta y bendita Navidad no va a lograr ganarme la pulseada.





Papá Noel: ¡Te gano por knock out!

sábado, 5 de diciembre de 2009

Como trabajar 72 hs por semana sin perder la sonrisa


Como no era suficiente el volumen de trabajo del último tiempo, se sumaron tres enormes eventos: un lanzamiento, un casamiento y un cumpleaños, nada menos que del director de la compañía.
¿ A quién se le ocurre casarse y/o cumplir años en los últimos meses del año sólo para complicarme la vida? ¿¿¿Ehh?? ¿¿¿ A quién???

Hace 20 días que me la paso corriendo de un lado a otro, boqueando como un pescado en la espera de un semáforo en rojo mientras miro el reloj que me clava las agujas en medio de la frente al grito de ¡tarde!
Llego a la oficina, después de haber hecho una larga fila en el Pago Fácil para abonar las facturas personales de mi jefe, después de haber ajustado los detalles del catering para lamegafiestadecumpleañosdelpresidentedelacompañía, después de haberme peleado por conseguir un taxi en pleno diluvio para comprar 250 perchas que decorarán el guardarropas (ya que con el calor que hace a nadie se le va a ocurrir colgar ni un mísero chaleco), después de ocuparme de comprarle una tarta en "ese lugar donde las hacen ricas y que sólo puede ser de zapallitos o atún y que debe estar lista para cuando llegue"), después de guiarlo por celular durante 35 minutos para que pueda salir de la ruta 202 y dirigirse al Tigre sin tener que pedir al 911 que vayan a rescatarlo porque "se perdió" (?), después de atender 23 veces el portero eléctrico porque a un adolescente que adolece de neuronas se le ocurrió divertirse jugando al ring-raje con el timbre del 6to B, después de enviar las invitaciones (250) por mail, de haber revisado la agenda del día y sentir que se me anudan las tripas al ver todo lo que me queda por hacer, de decidir si es mejor poner velas blancas con flores rojas o una mezcla de piedras y hojas verdes como decoración "zen", de aclarar que la torta tenga mucha, pero mucha crema porque de lo contrario rodarán cabezas y de ingeniarme para comer a las cuatro de la tarde una hoja de lechuga, medio tomate cortado a los apurones y un tercio de pechuga de pollo sin calentar, sentada frente al monitor, mientras con el hombro sostengo el teléfono y confirmo con el disc- jockey que no se le ocurra pasar reggaeton...llega mi jefe a la oficina, me mira y me dice:

- ¿Sabés qué? Prefiría que comieras antes de que yo llegue...


Hice un silencio. Juro que me dio miedo que de tanto que gritaba mi vocecita interior profiriendo insultos pudiera escucharme.
Solté el tenedor, tomé un trago de agua para que pudiera bajar la insípida lechuga y le dije:

- Si querés me inyecto suero, así ni siquiera me levanto de la silla.


Claro que como se lo dije con una enorme sonrisa todavía cree que soy feliz.



( Y sí, la verdad es que a pesar de todo lo soy)