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martes, 22 de mayo de 2012

Cuando hablan las mujeres






Las mujeres atravesamos varias etapas de metamorfosis.

Todas nos modifican, nos reinventan, extienden el límite de nuestras expectativas o ajustan nuestra escala de certezas.

Cada fase representa una nueva pregunta y una nueva búsqueda. Nos cuestionamos distintas cosas a los veinte que a los treinta, a los cuarenta que a los cincuenta, pero siempre existe un interrogante: ¿Qué quiero ahora?


Esa duda se instala y germina en nuestro interior. Palpita, late. Hasta que cobra entidad y nos sacude una mañana cualquiera, frente a la taza de café con leche.


Llegamos a entender, a fuerza de ensayo y error, cuál es el motor de nuestras vidas.


Hoy queremos un viaje a la India, montadas en elefante, luciendo un turbante multicolor.
Mañana, retomar el curso de legislación aduanera y las clases de danza árabe.
Una noche soñamos con amanecer abrazadas a un extraño que nos mienta a consciencia, sin que nos importe y, al día siguiente, deseamos que en el living haya un hombre de verdad esperándonos con el desayuno.

Mujeres, siempre al borde de nuestra propia frontera y en un constante proceso de mudanza interior.

Autosuficientes. Apasionadas.
Rebuscadas, y al rato simples.
Despojadas y con ganas de aventura.
Divas de almanaque, amas de casa de guantes de látex y plumero.
Revolucionadas y revolucionarias.

Mujeres fuertes, que no piden permiso para correr detrás de sus convicciones.


Rexona Clinical lanza hoy la campaña "Expresate", una divertida forma de unir virtualmente nuestras voces a través de su sitio web :  http://goo.gl/5qBXH


O vía Twitter : #pensamientos fuertes

En ese espacio, las mujeres que preferimos hablar en lugar de callar, podemos expresar todo aquello que nos motiva , nos impulsa y nos diferencia.
Un rincón al que podemos ingresar descalzas o de espléndidos tacos altos.

Nos encontramos allá ;)




domingo, 20 de mayo de 2012

Reverso



Mi soltería nació de la "mala suerte", categoría que agrupa a los intentos fallidos, los amores exánimes y los desencuentros.
En su origen, la consideré un estado pasajero, un impás, un puente entre mi peor ayer y mi mejor mañana.

La soltería me convidó un banquete de traicionera dicha, de manteles ceñidos y lustrosos cubiertos.
Me regaló tiempo. Un tiempo que fue mío, todo mío, y al que le dí cuerda a mi antojo.
Me dió la oportunidad de limpiar de mi mente esos nombres que solían aparecer como visiones, sobre todo por las noches, a esa hora en que duermen los cuerpos y estrena dudas el alma.

Redescubrí mi espacio, lleno de renglones vacíos de los que podía colgarme sin que nadie me obligara a bajar, y con una cama inmensa en la que nadie volvía a roncar.
Volví a respirar libertad en cada rincón, en cada movimiento. En la desnudez, en la carencia de expectativas, en los silencios.
Y me creí felíz. Insólitamente afortunada con la idea de ser independiente en el sentido más amplio de la palabra.


Pero.

A veces, sólo a veces, extraño los privilegios del amor.
El mundo deteniéndose. La sangre jugando al billar con los latidos. La fascinación absoluta ante el parpadeo de sus ojos. La poesía revelándose en cualquier esquina como un secreto exclusivo para los enamorados.
La pequeña muerte del abrazo. El primero beso y todos sus discípulos.
La sensación de amar desde el talón hasta los huesos.
La pequeña angustia de una diminuta ausencia.
Los reencuentros.
El hallazgo.
El coqueteo, la conquista, el desvelo.


El reverso de mi soltería es una soledad mal maquillada, indecisa entre salir por los bares o tirarse otro rato a dormir.
Una soledad que por momentos aturde, aburre, incomoda.
Que mastica el vacío y confiesa verdades que prefiero desoír.
Verdades como que el reverso de mi soledad es en realidad un re-verso que habla de esas ganas locas de andar con los pies en el aire, atravesando paisajes, hasta estrellarme en vos.

Y enamorarme.