Recent Posts

domingo, 28 de junio de 2009

Vocecita interior






Tal vez sea normal eso de mirar hacia atrás cuando uno hace un parate obligado en algún punto de la vida. Quizás sea por eso que ando revolviendo el pasado desde hace unos días.
Entre el ocio forzado y el vacío de la espera, me permito una breve licencia para recordar el punto de partida que me permitió llegar hasta acá.

Cuando se es chico, la respuesta es inmediata ante la clásica pregunta de los mayores: "¿A vos que te gustaría ser cuando seas grande?"
Bombero, astronauta, bailarina, arquitecta...
No media prejuicio, ni condicionamiento alguno. No importa si es un oficio o una profesión, o si será rentable a futuro.

Con el paso del tiempo, la claridad con que se veía aquello que nos gustaba, no siempre continúa inalterable. Uno se vuelve permeable al consejo, a los tests de orientación vocacional, a los índices de desempleo y lo que parecía ser algo incuestionable, se somete al tamiz de la duda.

La vocación se acostumbra entonces, a ser una cuestión postergada para otro día, para cuando terminemos la carrera que nos dará un trabajo digno, para un tiempito que tengamos libre o para otra vida.

Yo siempre quise escribir, desde que me acuerdo.
Redactaba los actos del colegio, las letras de las canciones de fin de año y hasta la carta que le dimos a Maradona en el Mundial del 86.
Colaboraba en la revista barrial y participaba en cuanto concurso hubiera. Llegué a estar entre los diez mejores del último en que me inscribí, lo que me sirvió para integrar la antología de cuentos de la Editorial Urano, que no sé si aún existe.

De pronto, sin saber cómo, un día me dí cuenta que hacía demasiado tiempo que no me sentaba a escribir. Había pasado años con la pasión adormecida, arrugada en algún rincón de la rutina como algo listo para desechar. Hasta que empecé terapia, y la palabra pasión que carecía de sentido cuando se asociaba a alguna palabra como profesión u ocupación, se volvió maravillosamente cierta.

Desde entonces, puedo pasar horas con un lápiz y un papel, imaginando una historia nueva para contar. Se me va el hambre y el sueño frente a una hoja en blanco y no necesito más que un par de protagonistas en busca de un diálogo, alojados en mi mente, para sentirme feliz.

Sé que podría haber tomado este rumbo antes, pero la vida por lo general se ocupa de demostrarnos por qué fue ahora y no ayer. Esta pausa, este paréntesis impuesto, no es otra cosa más que una reconfirmación de aquello que quiero.

Nada ocurre porque sí, ni tampoco es casual que las pequeñas puertas que soñaba que alguna vez se abrieran, me muestren un hueco por dónde colarme justo ahora.


Es sabido que los chicos siempre dicen la verdad.
Tan cierto como que nunca es tarde para escuchar a ese que todos llevamos dentro.









Para los que quieran darse una vuelta por el blog de mi amigo Nico y votar por mis fotos en plena niñez, sólo tienen que dejarle un comentario. (Rubro bebotas foto nro. 7 / Rubro veraneo loco foto nro 4).

martes, 16 de junio de 2009

Gracias


Antes de despedirme de la casa de Lor, y volver a convertirme en Cenicienta, sin internet y sin el vinito que me dejó para que disfrute en estos días, quiero agradecerles a los que siempre están.

Desde que abrí este blog no paré de sorprenderme con los mails que llegaban a mi casilla. Muchas veces decidían contarme los puntos en común que había entre sus vidas y la mía, otra veces me pedían un consejo , justo a mí que todo me sale al revés, y otras, sólo intentaban generar un lazo que traspasaba el monitor y recreaba nuevas amistades que perduran hasta hoy.

En estos últimos dos días, los mails tuvieron un sólo motivo: darme una mano.

Fueron casi cincuenta mails, con ideas para salir adelante, con palabras de aliento, con contactos de trabajo, y hasta con sus propios teléfonos para que los llame en caso de necesitar una orejita que simplemente me escuche.

No sé de qué manera agradecer tanto cariño para alguien a quien sólo conocen a través de las palabras, y siento que cualquier cosa que pueda decir va a ser poco.

Así que elegí un pequeño regalito, que no deberían dejar de ver. Son diez minutos muy bien invertidos. El mismo tiempo que uno tarda en fumar un cigarrillo, o en sacar la basura a la vereda.

Es un regalo en forma de video, que dice algunas verdades sobre la vida que se nos van escurriendo por la alcantarilla sin que nos demos cuenta.
No necesariamente deberíamos esperar a tocar fondo para apretar el freno y reflexionar sobre esos sueños que una vez tuvimos y que fueron mutando hasta convertirse en un triste boceto.
Habla del tiempo,de la lucha, de las metas y los ideales, de una persona que con poco tiempo por delante para poder lograrlo, aún lo intenta.

Un regalo que debería mirarse todas las mañanas, para tomar impulso, el mismo que hoy trato de tomar para volver a estar en la superficie.

Espero que lo disfruten y lo tomen como una muestra de cariño.







Pausch recibió su título de grado en Ciencias de la Computación en la Universidad Brown .
En mayo del 2008, Pausch fue catalogado por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo.
En diciembre del 2008, Pausch fue nombrado por los redactores y lectores del sitio de diálogo religioso Beliefnet.com como la persona más inspiradora de 2008.
Falleció el 25 de Julio de 2008.

sábado, 13 de junio de 2009

Lo que no mata, fortalece



Cuando uno toma una decisión está asumiendo correr un riesgo, pero cuando todo lo que iba a ir hacia la derecha comienza a inclinarse hacia la izquierda, sólo queda esperar el final.

Como un efecto dominó, una pieza encadenada a la otra, se fue sumando un problema tras otro.

Si bien mi mamá respondió favorablemente al tratamiento, ahora está con dos picos de presión por semana de los cuales no detectan el origen y los médicos sólo optan por mandarle más estudios y aumentarle la medicación.

Mi socia, quien siempre se ocupó de las negociaciones con la Municipalidad, me comunicó hace unos cuantos días, que los pagos estás suspendidos por un plazo de tres meses. Los trabajos que teníamos al margen de la Municipalidad, están proyectados para el mes de Agosto, lo que hizo que mi realidad se convirtiera en lo que es hoy: la nada.

Mi socia, corrió a vender su auto, pagar deudas atrasadas y refugiarse en su familia hasta tanto pueda razonar nuevamente.En estos momentos, les aseguro que lo que uno primero hace es paralizarse y todos los pensamientos quedan en pausa.

Por mi parte, el asunto es aún peor, porque no sólo tengo deudas, sino que no tengo nada para vender que no sean mis propios órganos.Sencillamente, no tengo un peso. Ni monedas.

Me cortaron el teléfono y el celular. Debo cuotas del hipotecario, la tarjeta de crédito,expensas, medicina prepaga y plata a una amiga, que no puedo pagar. QUE AUNQUE QUIERA, NO PUEDO PAGAR.


Dicen que las épocas de necesidad sirven para muchas cosas, además de para cosechar experiencia y mala sangre.
En este tiempo, hubo amigas de esas que creía "de fierro" que se doblaron al primer contacto, otras que demostraron que estaban desde el lugar que podían, pero que estaban, otras que reconfirmaron que era mejor perderlas que encontrarlas, y otras, y otros, que merecen un párrafo aparte.

Ellos y ellas, fueron amigos que surgieron de este blog, y que, contrario a lo que muchos dicen de este frívolo mundo virtual dónde uno muestra el perfil que más lo favorece, supieron mostrar su mejor cara: la cara de la amistad, de la contención, del "contá conmigo"

Mi heladera estuvo completamente vacía durante largos días, hasta que mi amiga Lor, quien primero fuera una simple lectora de este blog , me envío una compra completa de supermercado. Hoy es la que me deja quedarme en su casa mientras ella se toma un descanso por el fin de semana largo, para que yo pueda aprovechar la computadora, y ponerme al día con lo que tengo pendiente.

Y hubo más. Hubo gente consiguiéndome los remedios para mi mamá que yo no puedo comprar, amigas bloggers desde el interior queriendo girarme plata para que pueda salir de mi casa, y otra desde España queriendo lo mismo. Y mails, y llamados...


Como peor no puedo estar, decidí que era el momento de que todo esto de tocar fondo sirviera para algo.
La plata va y viene, es sabido. El resto no. LOS AFECTOS NO.

Pasaron treinta y cinco años demasiado rápido, y no quiero darme cuenta que pasaron otros tantos en iguales condiciones. Así que no sólo es época de tirar curriculums una vez más, sino de cerrar puertas que están entreabiertas, sólo para que entre frío, y nada más.

Después de cuatro días de meditación, llamé a la casa de mi papá y hablé con su actual mujer. Le conté mi situación a ella, a ella que entiende, porque se hizo cargo sola de su hijo y porque fue ella quien promovió el segundo encuentro con mi papá.

Lloré mucho al oír mis propias palabras, pero no me quedó otra que decirle que esperaba que por primera vez en su vida mi papá se pudiera hacer cargo de un problema mío y que tal vez ni siquiera lo hiciera movido por el amor, que tal vez bastara con la culpa, o con algún otro sentimiento que le hubiera surgido en la vejez.

Quedó en avisarle y en pedirle que me llame. Pero aún no llama, y acá estoy, a la espera de que su negativa cierre definitivamente esa historia siempre sin concluir.


Debería decir en este punto, que no todas son malas, que algunas cosas buenas pasaron, de esas que en otro momento me hubieran hecho saltar hasta el techo, pero estoy tan mal que hasta lo bueno parece perder el brillo que merece.

En julio sale un texto mío en una conocida revista de nombre francés, y a partir del mismo mes, empiezo a escribir dos columnas en otra revista pequeñita.
Ad honorem para el bolsillo, pero no para el espíritu.

Si Dios quiere, y todo sale bien, en diez días estaría llegando el Americanito, con quien ni siquiera puedo ser tan expresiva como quisiera por la noticia, porque todo esto hace que tenga la cabeza puesta en solucionar lo inminente. Supongo que el día que lo vea bajar del avión la sonrisa será inevitable, pero por el momento esto es lo que puedo.

"Lo que no mata fortalece". Lo escribí muchas veces al comenzar una agenda de un nuevo año. Hoy ya no hace falta, hoy es moneda corriente esto de levantarme y seguir.
Claro que cada vez un poco más cansada.









Nota: Por motivos ajenos a mi voluntad, vuelvo a moderar los comments.Sepan disculpar, pero como a partir del martes vuelvo a estar sin internet, y hay mucha gente desubicada dando vueltas, no me queda otra.
Gracias a los que me bancan siempre, y perdón si estoy ausente por sus blogs.

miércoles, 10 de junio de 2009

La generación S




La generación S es el nombre que decidieron darle a los solos, solteros y separados que pululan por la ciudad.

Un par de notas en revistas y alguna que otra en televisión y ahí quedó el rótulo instalado para definir a los mayores de treinta que aún no pudimos, o no quisimos, o no supimos sostener un vínculo estable con el sexo opuesto.

No alcanzaba con la sensación de vacío que oprime un poquito el pecho cuando empieza a caer la tarde un día domingo, ni bastaba con la tía que cada vez que nos cruza nos pregunta si otra vez despachamos a ese novio que aparentaba ser tan amoroso, ni era suficiente la tortura de las citas a ciegas y el consejo de la amiga felizmente casada: "dale, andá que total no perdés nada". Tiempo pierdo. Ganas pierdo. Y sumo un poco más de desilusión y otro poquito más de razones para seguir convencida de que en el reparto de parejas a mí no me dieron ningún número.

Generación S, de solos, por alguna razón. Cansados, pero obligados a estar esperanzados a pesar de todo. No porque la sociedad lo imponga, sino porque el cuerpo todo lo demanda. El corazón lo pide a gritos, y a ese sí que es difícil hacerlo callar.

Una generación que por algún motivo no tuvo suerte, o que quizás por las experiencias de sus propios padres evitó cometer los mismos errores, o que los cometió y pasó a ser un separado más, y un poco más descreído todavía. Tal vez una generación jodida y punto.

Millones de motivos que nos marcan como la generación del desencuentro, continuamente en la búsqueda, intentando el gran hallazgo pero escapándole a la vez.
Contradictorios, huidizos, inconcretos. Temerosos de volver a perder esa calma que nos costó conseguir, ese espacio resguardado de finales abruptos que cuesta extirpar cuando aparecen. Inconstantes, indecisos. Queremos y no. Un ratito de vos hoy. Un poquito de tu ausencia y mis rutinas mañana. Todo.Nada. Poco. Mucho. Quiero y no. Pero si no tengo, me lamento.
El "te llamo", el " no sé qué quiero" y la infinita lista que se despliega como un papiro con repeticiones escuchadas o dichas hasta el hartazgo.
Y algo que parece no revertirse jamás, batiéndose a duelo con esa esperanza que late y late.

En algún lado estará el maldito sapo queriendo convertirse en un tipo normal.
En algún lado estará la fregona a la que le calce el condenado zapatito con ganas de caminar de la mano.

Por algún lado andarán. Buscando.Fracasando.Remando.Salpicándose un poco y volviendo a remar.



S de soledad, que no es mala cuando no se padece.

Últimamente sólo escucho que ambas partes (y con esto me refiero a ambos sexos) tienen muchas ganas de encontrarse , y resulta que esas partes andan más sueltas que nunca.
Ya ni el frío es una excusa para darse calor o para que se congele el miedo a que duela volver a perder.

Mientras tanto, hay gente que hasta paga para poder sacarse la duda de si existe o no esa mitad que anda buscando desde hace mucho tiempo.
La Generación S podrá ser una molestia para quienes convivimos con ella, pero sin duda es un lindo negocito para quienes viven de ella.

Y si no me creen, vean el video que les dejo para el final.






lunes, 8 de junio de 2009

La última oportunidad


Mi amiga M me invitó al cine, y de eso se trata el post de hoy, de esas últimas oportunidades, como la que da título a la película.

"Last chance Harvey" (Tu última oportunidad en nuestro país), es una comedia romántica y esperanzadora, pero que además tiene unos escaloncitos donde detenerse a pensar un rato sobre algunos asuntos.

Dustin Hoffman, Harvey, viene de un fracaso matrimonial que incluye un fracaso como padre y una sensación de sentirse menos que el resto.
Emma Thompson es Kate, una soltera que carga con una madre aburrida que la llama todo el día a su celular con cualquier excusa y que intenta llevar su estado civil lo mejor posible.

Hay una escena de ese intento de Kate por pasarla bien que refleja gran parte de lo que ella siente. Su amiga junto a su novio le organizan una cita a ciegas para presentarle a alguien. Salen los cuatro, pero en mitad del encuentro fingen una urgencia y los dejan solos. Ella se esfuerza, y se le nota.Pone voluntad en quedarse para tratar de no cerrarse a un posible encuentro, se esmera y pide un trago. De pronto, el factible candidato se ve sorprendido por un grupo de amigos, que pasan a sentarse en la misma mesa. Y ahí está Kate, con la mirada perdida, sonriendo forzadamente, sólo por complacer. Hasta que va al baño, se sienta sobre la tapa del inodoro, y llora. Sintiéndose completamente fuera de lugar, sabiendo que no encaja en esa mesa, ni en ese bar, ni en ese intento de esforzarse en conocer a alguien porque pasó los cuarenta ....

Por supuesto que Harvey está igual de desencajado, pero en otra parte de la ciudad. Está en la despedida de su hija, que está a punto de casarse, viendo como su padrastro le roba el lugar que él siente que no supo ocupar. Su cara lo dice todo. Está de más en esa mesa familiar. Sobra.

Y son dos alma solitarias, descreídas, dolidas, desesperanzadas, que se rozan sin verse en una ciudad donde todos caminan sin pensar en aquél que pasa por al lado.

Hasta que se encuentran, como era de esperarse, generando la última oportunidad de ese Harvey que trata de convencer a una Kate más acobardada que dice entre llantos:

- Estoy acostumbrada a las decepciones. ¿En qué momento vas a decirme que necesitás tu espacio, o que esto no funciona, o que la relación no es lo que esperabas?


Claro que Harvey está entusiasmado y parece que el amor, al menos en el cine y en esta película, logra que intenten estar juntos y arriesgarse una vez más al posible desencanto que está ahí, acechando a la vuelta de cada nueva relación.


Pero parece que en la realidad no es tan fácil, y que hay muchas Kate en versiones de ambos sexos y de todas las edades, que anticipando un futuro cargado de adioses y excusas de manual, prefieren despedirse después de un lindo encuentro, que apostar a que pueda construirse algo que dure un poco más que una siesta.

La película es esperanzadora, sí.

Lo que veo y escucho a mi alrededor, no lo es.Cada vez escucho más historias que empiezan cargadas de entusiasmo y que duran menos que el otoño. Las razones no varían, siguen siendo las mismas.
¿Entonces qué es lo que falla para que vuelva a existir la esperanza de esa oportunidad que tantos Harveys esperamos?



martes, 2 de junio de 2009

¿Destino?


Hace unos siete años, trabajé unos meses para una importadora de artículos para cirugías cardiovasculares. Aquellos que me conocen ya se estarán imaginando lo que estoy por contar, aunque seguramente no imaginan el por qué.

En esta empresa trabajaba muy poca gente, unas seis personas incluyéndome. El sueldo era más que tentador y además me daban auto y comida. Mi tarea, a priori, era similar a la de un visitador médico: concurrir a clínicas, sanatorios y consultorios particulares de cardiólogos para convencerlos de que utilicen nuestro producto en lugar del de la competencia.

Hasta ahí, normal.

El tema empezó a preocuparme al mes de estar en la empresa, cuando comenzaron a darme otras tareas un tanto más raras como invitar a cenar a una instrumentadora quirúrgica un día sábado, con expresas instrucciones de averiguar con qué médico se acostaba, y para que además me contara vida y obra del personal del hospital.

Entendí cuáles eran las razones, el día en que me mandaron a hablar con X médica, porque a raíz de mis averiguaciones se sabía que si se acostaba con el director del hospital iba a ser más fácil ganar una licitación.

Eso no hubiera sido más que un triste y vulgar puterío que me incomodaba si el asunto no se hubiera puesto peor con el paso del tiempo.

Tuve que llevar cheques por abultadas sumas de dinero a distintos médicos con influencia, encargados de subir o bajar el pulgar a la hora de aprobar presupuestos hospitalarios, para que encargaran la compra de productos vencidos con los que se operaban a niños y adultos.

Volví llorando a mi casa durante una semana, con el estómago anudado y una rara mezcla de impotencia, miedo y culpa.

El lunes siguiente, después de una escena digna de película, donde los traté de delicuentes y mafiosos, renuncie.

Al tiempo,conseguí trabajo en otro lugar, y me hice amiga de una chica bastante más grande que yo , cuyo hermano era abogado y a quien conocí en un cumpleaños. Charlando, le conté el caso, y se ofreció a mirar los recibos de la empresa, ya que me pagaban casi todo en negro, pero yo conservaba los tickets que me daban por las comisiones en sobre aparte.Me dijo que me preparaba todo para iniciar la demanda y me llamaba.

Pasó el tiempo, yo me olvidé y él no llamó. Cuando me acordé y volví a consultarle, fecha había caducado: ya no se podía hacer juicio.
Puteeé, carajeé a los cuatro vientos por colgada, por confiar en un abogado que no conocía y así pasaron los años, hasta anoche...

Como ando con insomnio, últimamente veo la repetición de algún noticiero a eso de las tres de la mañana, cuando las primicias ya dejaron de serlo.

Anoche, me quedé helada frente al televisor, y no precisamente por el frío.
Estaban pasando una nota bajo el título de "expedientes", que se ocupa de repasar casos policiales trascendentes, de esos que por lo general vamos dejando en el olvido.

El caso en cuestión era el de un cardiólogo de renombre asesinado por encargo en el 2003, director de un prestigioso hospital público, de quien aún no encuentran al asesino.

El medico asesinado, curiosamente investigaba la mafia de los importadores de los productos para cirugía para los que yo había trabajado.

No me quedó otra alternativa que pensar que aquél inepto abogado que metió mi legajo adentro del horno, o en la valija con la ropa de invierno, no había hecho más que jugar a favor de mi suerte.

Si hay algo que se llama destino, creo que fue el que me ubicó en esa silla y en ese cumpleaños.

Inevitablemente, cuando estas cosas me pasan, pienso en la cantidad de veces que me lamento por algo que no me sale de la forma que quiero.

Tarde o temprano siempre termino diciendo "por algo tenía que pasar".




Los dejo con el tema de la película "Dos vidas en un instante" (Sliding doors), que tiene mucho que ver con el destino.







Gracias a todos los que me mandaron mails preocupándose por la salud de mi mamá, ofreciendo un oído, un abrazo o demostrando el cariño incondicional de siempre. Tiene para unos cuantos meses de recuperación. Por ahora está igual así que sólo queda armarse de paciencia. GRACIAS DE CORAZON!!!!