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sábado, 31 de diciembre de 2011

Sí, quiero.



Fui imprudente en algunas elecciones.
Sobre todo, en esa de quererte como te quise, tan distinta a como te quiero ahora.

Tuve miedo a montones, pero no a arañas y ratones.
Temor a la ausencia que oscurece para siempre los rincones.
A las despedidas con lágrimas que corren por la espalda como un río interminable.

Fui incorrecta de a ratos.
Impulsiva, todo lo que pude.
Afortunada de atravesar paisajes impensados.


En algunos tramos del recorrido me mareé.
Me torcí. Me resbalé y se me quebraron dos o tres ilusiones. No más.

Quise, hice, dije, callé.
Abracé menos de lo que hubiera querido.
Amé más de lo debido.
Lloré cantidades innecesarias.
Dormí lo justo.
Soñé muchos más de lo que dormí.

Con un poco más de experiencia y otro tanto de arrugas, llegué hasta acá, dispuesta como nunca a renovar mis votos de esperanza para el nuevo año.

Quiero entregarme a las horas vírgenes para que me sorprendan con momentos felices.
Quiero esperar la llegada de nuevos afectos que sólo traigan consigo las ganas de quedarse.
Quiero transitar los días con astucia y destreza, con alegría y entusiasmo, sin melancolía.
Quiero amigarme con los eternos enemigos: dudas, miedos y soledades.
Quiero festejar la mañana y el anochecer, el verano y el invierno, las buenas compañías, los consejos de amigos, el trabajo, la salud, la familia.
Quiero llenar el estómago de carcajadas, la mente de buenas ideas, el corazón de honestos amores.
Quiero enamorarme de pies a cabeza de estos 365 días que están a punto de ser estrenados...

Sí, quiero.






Intenten ser felices cada segundo de este nuevo año y ya tendrán de sobra.
¡Feliz 2012 para todos!