
A un mes de cumplir los treinta y seis, y como si hiciera el balance de fin de año, me detengo a repasar esas cosas que me definen, que me dan identidad y que jamás usaría como carta de presentación. Así que, después de leerlo, no lo divulguen.
1- Soy de lágrima fácil. Puedo llorar viendo el noticiero, escuchando un nenito que canta en Operación Triunfo o por una enorme desilusión, con la misma intensidad.
2- Soy extremadamente ansiosa. Prefiero que alguien me diga NO antes que esperar una respuesta que no llega. Soy capaz de abrir compulsivamente el mail o el celular cien veces por día, hasta acalambrarme los dedos. En ese tiempo, pierdo la capacidad de concentrarme en otra cosa y mis horas se vuelven propiedad privada de la impaciencia.
3- Le tengo miedo a los barcos cargueros. Pasear por Puerto Madero puede convertirse en una gran pesadilla si me hacen caminar cerca del agua. Ni hablar de cruzar un puente. En ese caso puedo llegar a optar por caminar diez cuadras de más antes que someterme al castigo del vértigo.
4- Detesto el deporte. Es algo que no se inventó para mí. Al mejor estilo Pinocho hice mis incursiones en el volley y en tenis. En volley, cada vez que me tocaba ir a la red, mi falta de puntería me veía bloqueando en el aire, a destiempo con la pelota. En tenis, creo que el profesor debe haber renunciado alegando trabajo forzoso. Querer enseñarme a mí debe haber sido el peor castigo de su vida, partiendo de que el primer día me quejé de lo que pesaba la raqueta (?). Eso sí, soy gran fanática del fútbol y del tenis, pero por televisión.
5- Odio que algo me interrumpa cuando estoy concentrada. Si estoy leyendo o escribiendo y suena el teléfono, puedo llegar a atender con la voz cargada de fastidio sin que nada pueda cambiar mi tono.
Por supuesto que también tengo algo bueno.
1- Soy optimista. Sólo me permito estar mal un rato para después volver a apretar la tecla "on" del positivismo y volver a pensar que todo pasa, hasta lo más malo.
2- Soy extremadamente perseverante. Cuando una idea se me mete en la cabeza pongo todos mis esfuerzos en lograrlo, aunque deba enfrentarme a millones de NO. En algún momento pienso que llegará el SI.
3- Soy la intuición hecha persona. Si mi sexto sentido me sopla algo al oído es mejor que lo escuche porque no tiende a equivocarse. Esto me ha salvado de muchas desilusiones aunque debo reconocer que a veces mi aprecio por la otra persona me enfrenta a una pelea entre razón y percepción de la que me cuesta salir con facilidad.
4- Trato de justificar hasta las peores actitudes de la gente. Siempre pienso que un mal comportamiento puede deberse a alguna patología, a falta de raciocinio o a negligencia y que en realidad la persona no tenía intención de hacer lo que hizo o decir lo que dijo. Por eso es que soy propensa a dar segundas y terceras oportunidades.
5- Soy consciente de que mi vida no pasa por su mejor momento. Así y todo, el otro día me descubrí pensando, mientras fumaba en el balcón, que de no haber vivido todo lo que viví hoy no tendría argumentos para escribir. Como mi única pasión es esa, agradezco todos los momentos de miseria, angustia o decepción que me regalaron letras y sensaciones.
Un poco de esto soy.
Hay mucho más que quiero ser.