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viernes, 30 de abril de 2010

Mi gran amor

Desde que supe que existías tu recuerdo acapara mi mente a cada hora. Se hace más intenso al atardecer, cuando acomodo el escritorio y apago las luces de la oficina contando los minutos que faltan para verte. Se vuelve insoportable en verano, cuando el calor del ambiente me hace imaginar tu rubia desnudez.

Creo el clima justo. Preparo la escena con los accesorios que me permitan deleitarme con vos... Apenas abro la puerta, y sin que medien las palabras, te entregás a mí por completo. Yo me brindo entera a tu presencia, olvidándome del mundo y de lo larga que ha sido la espera...

Vuelvo a sentirme tu única dueña, aunque no lo sea...

Agradezco tu eterno silencio y que me permitas disfrutarte sorbo a sorbo sin cuestionamientos.

Me deleito con la transpiración de tu contorno antes de llegar a tu misterio, al secreto inigualable que encierra el sabor de tus besos.

Brindo extasiada por el mágico encuentro y me embriago como un loca enamorada. Quiero más... aunque sepa que por el momento es suficiente.

Una vez concluida nuestra cita, comienzo a inventar nuevas excusas para tenerte cerca. Planeo una reunión en casa o algún encuentro casual con amigos en común. Cualquier pretexto es bueno.

Cuando nos volvemos a ver, aprovecho para contarte lo difícil que se me hace sobrevivir a tu ausencia. Las vueltas que doy por la casa en busca de tu rastro, abriendo armarios y alacenas con la esperanza de hallarte. Hurgando en escondites secretos que sólo vos y yo conocemos.

Una vez más, volvés a irte. Te convertís en el fugaz recuerdo de un feliz momento.

Y yo me duermo añorando otro poco de vos.

Un vaso más de tu incomparable cerveza.




Tanto tiempo de llevarla a cuestas a todas las fiestas, de enfriarla como ella se merece, de cortar la lima con dedicación, ...meritaba que le dedicara un post.

¡Salú!




Corona poker night del 16 de abril

domingo, 25 de abril de 2010

Papelera de reciclaje


Hay una ausencia que llena la mañana. Chorrea por la medianera de mi vida, me salpica con sus gotas justo sobre los párpados y me obliga a abrir los ojos a la realidad.
Esa realidad solitaria, con gusto a domingo sin nadie que me invite a pasear.
Sin nadie que se recueste sobre mi ombligo con ganas de que le cuente quien soy.
Sin nadie dispuesto a peinar mis penas y dibujarme un corazón en el hombro con un crayón.
Sin nadie no sería tan malo. Lo malo es que sea sin vos.

Ya no se como conjugar el verbo de tu presencia porque estás en mi vida y no. O porque tal vez vos estés en la mía y yo no en la tuya. Ya no más.
Porque tal vez tus ganas de verme se desvanecieron con tu última cerveza o con la morocha de pelo corto que te sonrió con algo más que una sonrisa.
Porque tal vez tu eternidad tenga la medida de lo breve y cuando dijiste que nuestro encuentro sería uno de los momentos que elegirías para que duren mucho tiempo, te referías exactamente a esto, a un diminuto plazo que solo cabe en un cáscara de nuez.
Porque quizás mi empeño en derribar tu muro haya sido poco o me hayan faltado herramientas. Pero no podía cavar un túnel y abrir la ventana a la vez.
O porque quizás no te gusten las sorpresas y mi mágica aparición en tu vida no haya hecho más que asustarte y enviarte al rincón.

Creeme que esta ausencia, obligada y repentina de vos, me hace pestañear frente al espejo y contemplar mi propio gesto de dolor.
Tuve que abrir el botiquín en busca de una venda y un poco de algodón para curar el agujerito que dejaste en mi ilusión. Me senté sobre el piso frío, con los pies descalzos y me di cuenta de algo que fue casi una revelación. Mi apuesta al amor sigue en pie, más allá de que mi torpe corazón siga andando a los tumbos por la vida, llevándose por delante a los que descreen como vos. Roto, emparchado y vuelto a remendar, aún conserva intacta la capacidad de creer que puede hablar en plural. Sigue convencido de que las horas pierden la mitad de intensidad cuando no se comparten y de que el mundo es un lugar creado para abrazarse.

Allá vos. Postergando. Aferrado a lo fugaz. A lo que no deja huella. A lo efímero que no tendrá la capacidad de lastimarte, pero tampoco de emocionarte.
Acá yo. Sorprendida. Llena de preguntas. Desilusionada al darme cuenta que eso de contar con vos no era más que hasta dos, o hasta tres a lo sumo.


Tus gestos los guardo. Tu voz la conservo. La sensación de haber creído que vos eras capaz de ser distinto la dejo sobre la mesita de luz. Como una teoría que no pudo ser confirmada. Como un ayuda memoria por si me vuelve a pasar.

Y vos, podés hacer con mi recuerdo lo que quieras. Con lo poco que sabés de mí. Con lo que no te animaste a averiguar. Con esa centena de besos y mi pelo largo. Con mis ojos mirándote como si lo fueras todo, al menos por una noche.

Dos seres recortados del paisaje. Absortos en medio de la multitud.
Eso fuimos. Eso es lo que viaja, sin despedirse, a la papelera de reciclaje.




viernes, 23 de abril de 2010

El intruso



Hubo un antes.Un lapso de tiempo en el que vos no eras más que un supuesto. Apenas un bosquejo de mi magra imaginación, un croquis garabateado en un lienzo, decorando la esquina casi abandonada de mi ilusión.
Un antes donde transcurrían mis días en la clandestinidad de las emociones, cargando sólo un manojo de llaves y un manto de soledad donde acostarme por las noches. Una taza de café negro, un cenicero plagado de colillas y una canción que se dejaba oír cuando daban las doce y asomaba la última estrella: When you love someone but it goes to waste...could it be worse?

Hasta que te colaste por la hendija de la rutina sin pedirme permiso.
Asomaste tu carita y me miraste como quien espera que le regalen
algo que no se anima a pedir.
Y me rendí, ahí mismo, sin que mediara palabra.
Levanté la bandera blanca y la hice flamear frente a tus ojos para que
entendieras que tu sola presencia me había herido de muerte.
Pero de puro orgullo te hice creer que era inmune a tu conquista,
aún a riesgo de que no me creyeras.
Te mostré mi lado menos vulnerable y una sonrisa sin titubeos.
Te rocé con mi mano controlando el temblor y me acerqué a tu boca
atrapando una docena de suspiros entre los dientes.
Y anduve suelta. A tu lado, pero suelta.
Sin que notaras el halo de dudas que me cubría como un aura y una estela de miedo que dejaba al pasar.
Te dediqué un adiós, inexpresivo como un telegrama.
Con los lagrimales secos, llorando hacia adentro.


Apenas te fuiste sacudí mi ropa para desprenderme del rastro de tu
perfume y me pinté los labios como un señuelo que atrajera otra boca
para besar que no fuera la tuya.
Me cambié los zapatos por miedo a que desandaran el breve camino que
habíamos recorrido juntos y me devolvieran hasta tu puerta.
Hice una estúpida promesa a un santo del que no recuerdo el nombre, y
tomé un brebaje de elaboración casera implorando que se lleve tu
recuerdo.

Lo cierto es que aunque no lo sepas, ni lo supongas, ni lo esperes de mí,
yo ando haciendo un trueque con el tiempo,
jugándole un mano a mano a los dados para que, si gano, rebobine la
cinta hasta la escena en que el corazón se me detiene frente a tu pestañeo.
Lo cierto es que tengo amenazado de muerte al eco de tu voz para que no se convierta en olvido
y que le puse grilletes en los pies a tus gestos para que se queden presos
en mi memoria.
Lo cierto es que me congelé en tu mirada para siempre...

Hubo un antes de mi. Un espacio en el que no estabas vos y la canción
solía decir:
"lights will guide you home and ignite your bones...and I will try to fix you."


viernes, 16 de abril de 2010

Cómo sobrevivir al estrés



Primero fue gripe. Después fue "bronquita", perdón, bronquitis. Y después de una semana sin que disminuyera la fiebre resultó ser una baja de defensas provocadas por un piquito de estrés.
Cuestión que termómetro va, antibiótico viene, ya llevo diez días recluida en mis cincuenta metros cuadrados buscando motivos que me ayuden a distenderme y acelerar el proceso de recuperación.

Revolviendo en el ocio, hurgando en el aburrimiento, encontré una serie de actividades que logran rescatarme de los problemas cotidianos y que hacen que el mercurio descienda unas líneas...

1- Desempolvar un viejo libro de recetas y preparar caramelos de leche y chupetines con total dedicación. Como si fuera mi única misión en este mundo.

2- Escuchar toda la música que no puedo llevar a diario en mi emepetrés.

3- Poner el despertador a las siete sólo para darme el gusto de apagarlo.

4- Ver la lluvia a través de la ventana. Con tiempo, sin apuro. Prestando especial atención al recorrido de las gotas sobre el vidrio e imaginando el ¡plaf! que hacen al tocar el piso.

5- Drogarme con la última temporada de Lost y comprobar que, al final, todo desemboca siempre en el amor. (Y después dicen que es el dinero lo que mueve al mundo, pff!)

6- Zambullirme en el sillón a consumir cuatro horas de películas romanticonas. Llorar a cara lavada, sin riesgo de que se me corra el maquillaje.

7- Quedarme un rato dialogando frente al espejo con la cana que peino hace meses en el flequillo. Ella solo me repite que no piensa abandonarme. (Creo que ya me tiene cariño)

8- Disfrutar de que mi jefe me llame diciendo que si es un mal jefe se lo diga, pero que la oficina es un caos sin mí... (muejejé). Que no come (seguramente porque tengo los imanes de los restaurantes en mi cajón), que no puede organizarse (probablemente no recuerde que día le toca hacer lavar el auto o devolver las películas al video club) y que por favor cuando vuelva le diga en qué es lo que está fallando. (Así que le saco punta al lápiz y empiezo a escribir...)

9- Hacer un obligado paralelismo entre mi jefe y todos los hombres...

10- Limarme las uñas, pintarlas de rojo. Sacarme el esmalte y pintarlas de bordó.

11- Pensar: "Uf...llegó el otoño nomás". Y darme cuenta que ese es un comentario de "persona mayor".

12- Pensar: ¡Qué gran invento es la bolsita de agua caliente! Y darme cuenta que es también es un comentario de "persona mayor".

13- Mirar horas a mis gatos. Calcular que el más grande de los dos también es "una persona mayor", y que el día que no esté voy a extrañarlo. (y mucho)

14- Pensar que eso de extrañar es el milagro de los afectos. Robarse una porción del recuerdo de alguien para siempre. Ser inmortal en el corazón de aquél que nos quiere.

15- ¡Cuántos seres inmortales habitan mis células! ¡Cuantas habitaciones tiene mi corazón!

16- Fumar en penumbras. Que suene Coldplay para mi solita. Que sea medianoche acá. Y allá también.

17- Preguntarme si no estará mal esto de que saboreemos la vida sólo dos días a la semana...

18- Hacer una lista mental de los amigos y sentir que soy afortunada. Pero afortunada en serio.

19- Sentir un escalofrío pasajero que no es producto de la fiebre y pensar por un segundo que es algo que me decís al oído. Por si acaso yo sonrío.

20- Imaginarme que una extra conexión puede hacer que ahora, mientras yo te dedico este frágil pensamiento a vos, vos te atrevas a recordar al menos el color de mis ojos. Y con eso por hoy me alcanza. Al menos hoy.

domingo, 11 de abril de 2010

Contradicción


Haceme reír, que hoy justo amanecí con ganas de llorar.
Me di cuenta cuando miré la taza de café y repentinamente me encontré cebando unos mates.
Eso fue antes de que soñara un rato despierta con viajar a la montaña en el invierno. Sentada junto al fuego de un hogar encendido, en una cabaña con cristales empañados y sillones mullidos.
Un frío helado se coló por debajo de mi camisa y volé a refugiarme junto al mar. Me salpiqué con el agua que rozaba la orilla, me até el pelo en una trenza y me dejé caer sobre la arena con la cara al sol y el alma al cielo.


Ese fue antes de que me sentara a escribirte una carta en la que te confesaba: " tengo tantas ganas de verte que prefiero no hacerlo".
Como era demasiado confuso lo que tenía para decirte, tomé una hoja en blanco y así, sin firmarla siquiera, la metí dentro de un sobre con un cartel que decía urgente para que al recibirla te apuraras a contestarme.

Eso fue antes de que me ubicara junto a la puerta a esperar tu respuesta.
Aproveché el tiempo para recordar tus gestos. La promesa que no hubo, lo que quise decir y me callé, lo que compré de lo que tenías para darme sin que estuviera a la venta.
Como la hora pasaba y tu carta no volvía, junté ganas de andar sola para sentirme nuevamente acompañada.
Al rato, ya no sabía qué era lo que esperaba...

Eso fue antes de que me acordara que es peligroso que me gustes tanto.
Y fue justo en el segundo anterior a que me olvidara que prometí no volver a enamorarme para estar a salvo.


Claro que eso fue después, mucho después, de que le rezara a la luna pidiéndole que me olvidaras.
Y antes, mucho antes, de que cruzara los dedos con la esperanza de que no me hubiera escuchado.



viernes, 9 de abril de 2010

Robin Hood



Desde el lunes que estoy en cama con lo que empezó siendo una gripe y terminó convirtiéndose en una espantosa bronquitis.
Esa situación, que en otras épocas hubiera significado una semana de reposo con el aparejado alquiler de varias películas que mataran el tiempo, se convirtió en una puerta hacia el espacio desconocido ( pero sí sospechado o intuido).

Me encontré de pronto ante la confirmación de los hechos que salieron a la luz todos juntos y se pavonearon frente a mis ojos pidiendo que les prestara debida atención:

1 - Estaba en negro y en consecuencia sin una obra social que me permitiera llamar a un médico para una visita domiciliaria. Así que tuve que vestirme y salir con fiebre en busca de un hospital público, no sólo para que me diagnostiquen sino para que me dieran un certificado médico... Imposible. Un cartel que colgaba junto al letrero de GUARDIA, advertía que no se entregaban certificados de esa índole sin excepción. Esto último escrito en negrita, lo que me hizo imaginar a otros tantos como yo implorándole al médico de turno para que escribiera, en un recetario auspiciado por un antireumático, la cantidad de días de reposo que correspondían según el cuadro, para no perder el trabajo...en el que también estarían en negro!
Así que me volví a mi casa, silbando bajito y tosiendo fuerte, a revolver toda internet en busca de algún médico particular que cobrara "poquito". Pero los médicos no cobran poquito, salvo unos que se anuncian en una página con un celular que no se sabe si son médicos o maestros pizzeros desocupados, a quienes se supone que uno debería permitir el acceso a su casa y a su cuerpito para ser revisada.
Finalmente, la empresa ofreció pagarme por un médico como la gente que "me recetara algo bien fuerte que me devolviera a la oficina al día siguiente" (textuales palabras de mijefequenopuedevivirsinmi).

2 - Durante los días de licencia por enfermedad se supone que uno debe dedicarse a guardar reposo para mejorarse. No fue mi caso. Lo único que guardé fueron los 37 mails que me mandó en su correspondiente carpeta. Cada mail indicaba al menos cinco tareas que, entre otras cosas, representaban llamados a celular desde la línea de mi casa (que él no paga), expresaban órdenes al estilo: Comunicate ya mismo con Mengano, o manifestaban una emergencia de índole: "¿dónde hay más sobres blancos?".
Lo más indignante fue una llamada matutina que se produjo en el día de hoy en la que me sentenciaba a la hoguera por olvidarme de incluir en su agenda que hoy había un gil que tocaba el bongó en Palermo (por así decir). Ante mi aclaración de que era el primer olvido que tenía en siete meses, me respondió con algo de lo que mi mente sólo registró un " falta de voluntad".
De más está aclararles que esas tres palabritas hicieron que la línea de mercurio del termómetro se reventara en el auricular del teléfono y que yo le vomitara a través del cable una docena de cosas que tenía anidadas en el esófago.
Para una empleada que atendió sus llamados en la mesa navideña, que hizo trabajo los domingos sin cobrar una hora extra, que cumplió rol de secretaria, mano derecha (e izquierda), diseñadora, contadora,organizadora de eventos, redactora, sirve café y pasa plumero, lo más doloroso es que alguien use el término: falta de voluntad.

3- Ante mi reclamo, acordó que respetaría mi horario y una serie de bla blás. Pero a las 21.30 hs un mail de tres carillas llegó a mi correo con trabajo para hacer (en mi licencia por enfermedad), lo que me obligó a refregar mis dos ojos al mismo tiempo para comprobar si lo que veía era producto de un repentino estrabismo.
Al llegar al final del mail remataba su texto con una advertencia de que no volviera a equivocarme y un saludo final que decía: Espero que te haya quedado claro.

Cuando le conté esta serie de episodios desafortunados a mamá Blonda me dijo:

- Tenés que entender que no sos Robin Hood. La gente no va a cambiar en la forma de tratar al prójimo porque vos vayas por la vida con el arco y la flecha impartiendo justicia. El mundo es así. Todo está al revés y no podés corregirlo.


De la sumatoria de 1, 2 y 3 , sólo me queda un triple cero ( y unas ganas así de grandes de cortarlo en rebanadas y freezarlo para hacer milanesas).
De la atinada comparación con Robin Hood sólo me queda reconocer que es cierta y que por eso disfruto cuando , cada tanto, me encuentro con gente que no me obliga a medir mi puntería con la flecha...

En consecuencia ( y añadido a otras circunstancias personales que no voy a enumerar hoy), siento que estoy de pie frente a la línea que divide este momento de saturación y queja, de un rotundo cambio.
Una metamorfosis que intentó completarse en el 2009 y que sin duda se dará este año.

Vuelvo a confirmar que la vida siempre se encarga de devolvernos al lugar del que no debíamos habernos apartado nunca. A veces no utiliza métodos tradicionales, otros lo hace de manera cruel y dejándonos con apenas un hilo de aliento para seguir caminando, pero siempre se ocupa de que retomemos el rumbo que nos conduce a la felicidad y a esa sensación de panza llena que se palpa cuando uno se atreve a correr el riesgo para alcanzar la meta.

Como esta versión clase B de Robin Hood ( que vengo a ser yo), se cansó de quejarse y de aguantar en proporciones iguales, está desenfundando la flecha y midiendo la distancia del próximo disparo.

Y espera dar en el blanco.


miércoles, 7 de abril de 2010

Pecado original



Hermosa Eva:

Sé que estás molesta conmigo porque desarmé tu mueble minimalista para usar la madera en el armado de la canoa.
Cuando te pregunté si podía usarla me dijiste que sí y por eso la tomé. Jamás me hubiera imaginado que ese fuera uno de tus rebuscados métodos para comprobar si respeto tus espacios y si conozco esos SI que en realidad encierran un NO.
De paso aprovecho para disculparme por olvidar nuestro aniversario (creo que eso es lo que más te hizo enojar). A modo de perdón te diseñé un trench con las hojas de la higuera porque se viene el invierno y no quiero que sigas andando en taparrabo.
Por último, quiero decirte que más allá de nuestras pequeñas diferencias, me di cuenta que no es lo mismo el Edén sumergido en este enorme silencio al que me condenaste con tu enojo. Extraño tu presencia y ese perfume tan especial que tiene tu piel.
Tal vez lo merezco por escatimar palabras de amor cuando estamos juntos y por no decirte lo mucho que me gustás cada vez que lo siento. Pero para que sepas,volvería a donar mi costilla ( y cualquier otra parte de mi cuerpo que fuera necesaria), con tal de tenerte siempre a mi lado.
Espero que me perdones y que entiendas que mis reacciones no son por falta de amor, sino porque soy un simple hombre que a veces carece de tacto.
Te quiere.

Adán.




Mi adorado Adán:

Ya leí cientos de veces tu carta hasta dejarla ajada. Desmenucé cada palabra que escribiste y creo que he llegado a creerte. Voy a perdonarte lo del mueble siempre y cuando me lleves a pasear en la canoa. También dejaré pasar tu olvido en cuanto a nuestro aniversario si me dejás ponerle de nombre Caín a nuestro primer hijo, aunque no te convenza demasiado.
Se que yo también tengo motivos para pedirte disculpas. Lamento no ser capaz de entender que tus silencios a veces no tienen que ver conmigo y que sólo son reflejo de un momento de reflexión con vos mismo. Sabés que tengo la manía de encontrarle a todo una razón lógica y es por eso que siempre pienso que detrás de una actitud tuya se encierra un sentido oculto que no te animás a confesarme. Por eso es que a veces llego a molestarte con tantas preguntas, inclusive (y sobre todo), en ese momento en que pretendés quedarte dormido después de hacer el amor.
Supongo que no puedo ir contra mis genes femeninos y que ( y eso es lo que más me preocupa), estaré dejando un peligroso antecedente para las generaciones de mujeres que sigan por culpa de mi inseguridad y de mis miedos.
Para que hagamos las paces decidí prepararte una ensalada con vegetales frescos que recién coseché y un rico jugo de maracuyá. De postre hay compota de manzana recién robada de un hermoso árbol que descubrí hoy a la mañana mientras vos dormías.
Te adora.

Eva

pd: Me encantó el trench. ¿Podrías hacerme un par de botas que combinen?
pd2: Mientras leí tu carta descubrí porqué a este lugar lo llaman paraíso. Es simplemente porque vos estás en él.
pd3: ¿No será este el pecado original? Digo...¿esto de quererte tanto?