
Mi futuro laboral es un gran enigma.
Tengo media docena de gallinas empollando proyectos. Hay dos posibilidades: que alguna grite Eureka o que un día las desplume para hacer puchero.
En el mientras tanto, retomé el no tan antiguo hábito de enviar curriculums y de concurrir a cuanta entrevista razonable se presente.
Hoy fue el día de la entrevista número dos para un puesto en un hotel cinco estrellas.
Dicho así, suena tentador. Pero no se oyó de la misma manera en boca de la selectora cuando me lo comunicó el viernes pasado.
- Mirá, tenés la experiencia que están buscando para el puesto, así que te voy a dar un par de recomendaciones para que pases airosa la entrevista con la empresa.
- Decime, te escucho con atención.
- Tenés que ir vestida como si fueras a un cocktail, ¿entendés?
- Un cocktail....¿un cocktail?- repetí sin entender - ¿te referís a ir vestida como para una ...fiesta?
- Claro, toda de negro en lo posible.Con peinado de peluquería, bien maquillada, tacos muy altos. Algo así como una azafata.
- Ajá. ¿Algo más?
- Sí, practicá mucho inglés porque piden bilingüe.
- Pero no soy bilingüe.
- Ya sé, por eso te aviso. Vos practicá y andá el viernes a las 16 hs.
- Bueh....bueno.
Me pasé la semana viendo series sin subtitular, leyendo cuestionarios de entrevistas en sitios americanos, practicando sola en casa mientras hacía las cosas cotidianas como para ejercitar la fluidez del idioma. Así que iba y venía diciendo frases como
aim gouin tu oupen de güindou,
aim itin a pis of chis, y cosas del estilo.
La cuarta vez que repetí
aim sertiseven an ai liv alon güit mai tu cats, me dieron ganas de postularme para una vacante de recolectora de muestras de baba de caracol donde no fuera necesario cumplir el requisito del segundo idioma hablado a la perfección y la parafernalia del atuendo.
Hoy a la mañana empezó el autoboicot.
Es algo así como un chip que se enciende, sin que nadie lo accione, ante la posibilidad de un nuevo logro. Esta pequeña tecla invisible, alojada en algún lugar del inconsciente, es la misma que se encarga de inventar fantasmas al inicio de cualquier relación, de repetir en mi oído "no va a funcionar, mejor arruinalo ahora", y una interminable lista de artimañas que utiliza para sembrar mi terreno de dudas e inseguridades.
El autoboicot dio su primera señal cuando ya estaba enfundada en un conjunto negro y con el pelo planchado como por un tintorero japonés. Sin contar los stilettos de ocho centímetros y los accesorios que usé para el civil de una amiga.
Me pareció demasiado, así que sobre la hora me puse a planchar un vestido negro, mucho más simple, y me recogí el pelo en una cola tan larga como la crin de Rocinante.
Finalmente salí. Tarde, y carajeando en inglés.
Resultó ser que era trasmano. Y ahí me arrepentí de haber confiado en el sitio que te informa las combinaciones de colectivos, trenes y sulkys de la ciudad.
Cuando tomé el segundo colectivo le consulté al chofer el horario estimado de arribo a destino. Ni bien me dijo que calculaba llegar en una hora y cincuenta, mi otro yo le dijo (como si él tuviera la culpa):- Ah, pero no llego, entonces me bajo.
Me miró con cara de
hacéloquequieraspibaperodespejamelapuerta, hasta que una señora me indicó que podía combinar con el subte y ahorrarme algo así como una vida viajando.
Así que combiné con el subte nomás.
Y no va que justo, pero justo cuando se supone que no deberían surgir imprevistos, se viene a quedar entre dormida y muertita una pasajera. Enfrente mío, por supuesto.
La gente la codeaba, la chistaba para avisarle que era la terminal...y ella nada, como de mármol tallado. La dejaban ahí, después de dos sarandeos, pero yo no podía. Sentía que si no hacía nada iba a ir a la entrevista con el remordimiento prendido al ruedo del vestido.
Llamé a una mujer de uniforme azul de Metrovías, que no me escuchaba porque andaba con el auricular enchufado en las trompas de Eustaquio y en volumen dieciocho. Ella la sacudió también y como se dio por vencida rápido, llamó a un policia de esos que no saben ni sancionar una infracción de tránsito. Y la dejaron ahí a la pobrecita, otra vez de regreso a la terminal de la que venía, dormida como en un profundo trance. Contemplé sus vaivenes todo el viaje, hasta que me tocó bajarme.
Mi otro yo quería quedarse ahí viendo como alguien se dignaba a socorrerla y tener la excusa perfecta para no ir a la entrevista. Pero me obligué y bajé, y corrí hasta la parada del próximo colectivo que, con suerte, iba a dejarme a cuatro cuadras del hotel.
Llegué destartalada, rogando que no se me partiera un taco en una alcantarilla, y con veinte minutos de demora.
Pregunté por la fulanita que debía recibirme. Me hicieron llenar papeles, me sacaron una foto instantánea y me pidieron el dni, la última placa de tórax y el árbol genealógico de mi familia que vive en Italia.
Finalmente me ubicaron en una salita, con un reloj que me miraba desde la pared de enfrente.
Tic, tac, tic, tac....veinticinco minutos sin noticias de la persona que iba a entrevistarme.
Tic, tac, tic, tac...yomelevantoymevoy... estoesunaseñaldequeestetrabajonoesparami...dis yob is not for iú...ripit...not for iú...
Hasta que entró la tal Florencia y se disculpó por la demora (?)
Bla blá y más bla blá.
Lets toc in inglishh nau. Tel mi abaut ior laif - dijo
Y ahí, mi mayor enemiga abrió el paragüas y advirtió: Mire que yo le avisé a la persona de la consultora que no soy bi - lin- güe, eh. Entiendo todo, le leo un libro, le miro una película en inglés, pero esto de andar hablando en inglés con otro argentino me pone de lo más incómoda.
- In inglish plis, toc in inglish.
Empecé con el
ai am sertiseven, an ai liv alon güit mai tu cats.De ahí en más, mi pasado laboral, mis preferencias en cuanto a tareas, mis habilidades, fortalezas y todo lo típico de una entrevista...pero en inglés.
- Muy bien, ¿podrás venir a la última entrevista la semana próxima? ¿En qué horario te queda cómodo?
Más allá de sentir que podía merecer algo mejor en cuanto a remuneración, condiciones generales de contratación y demases, me sentí completamente satisfecha por haber podido vencer una nueva batalla con esa enemiga que vive bajo mi propio techo y que suele ponerme tachuelas en los zapatos cada vez que yo intento despegarme del suelo.
Blonda: 1
Yo, mi gran enemiga: 0