
Había dormido sólo tres horas, así que me costó levantarme.
Pasé por un laboratorio a eso de las nueve de la mañana, y a las once ya estaba en la oficina.
Esperé el ascensor, que estaba en el sexto piso, mientras miraba la nada.
Cuando la puerta se abrió en la planta baja, vi salir a Ramiro.
Creo que puse cara de asombro y de alegría a la vez. La misma cara que puso él. Solo que él pudo hablar primero.
- Hola, que coincidencia -dijo
- Si, la verdad. ¿Te ibas? - pregunté
- Si, voy a buscar unos papeles y vengo - dijo
- Te veo después - dije apurada para no perder el ascensor
Mi escritorio desbordaba de papeles, y mi casilla estaba repleta de mails esperando ser leídos.
No sabía por donde empezar.
Cuando estaba contestando los mails, sonaba el celular y apenas cortaba, sonaba el interno.
En medio de ese desastre laboral volvió Ramiro, muy sonriente, y se sentó en el escritorio de enfrente.
- ¿Cómo está tu mamá? - preguntó
- Los resultados están mañana a la tarde.Al momento no tengo novedades - contesté
- Ah, bueno, contame apenas sepas - dijo, muy serio
- Si, dale - respondí
- Y el día del amigo, ¿Qué tal? ¿Qué hiciste? - preguntó, intentando mantener un diálogo
- Re bien, salí los tres días con diferentes amigas - dije - ¿Vos?
- Yo sólo el sábado, pero "ella" quiso prenderse en la salida, y no daba, así que le dije que yo me iba solo y me hizo un escándalo. La hubiera matado... No soporto cuando no entiende que hay días que no se puede mezclar todo - dijo enojado
- Y bueh... - contesté reservándome la opinión
- Así que te divertiste. ¿Tomaste mucho? - preguntó
- No, no. Estar borracha no es moneda corriente en mi vida, eh... -respondí, sin sonreír
- No lo decía por eso, sino porque son fechas que se prestan - aclaró
- Bueno, pero no, no tomé -dije, sin levantar la vista de mis papeles.
A ese breve diálogo le sucedió un silencio de unos veinte minutos.
- Blonda, te consulto algo - preguntó
- Si, decime -dije levantando mi cabeza por detrás del monitor
- A ver, bajá un poquito la cabeza, que se te vean los ojitos nada más, y mirá para acá - dijo como jugando
- ¿Así? - pregunté mientras seguía sus instrucciones
- Jajaja, que linda... -dijo, y sonrió
-¿Listo? ¿Ya terminamos de jugar? - pregunté
- ¡Epaaa! Qué malita estás hoy - dijo
- No, es que tengo mucho laburo - me justifiqué
Se ve que entendió mi respuesta y se puso a trabajar él también.
Pero le duró poco, y al rato estaba otra vez preguntando algo.Así se la pasó hasta la una, momento en que me interrumpió para invitarme a fumar.
Cuando estábamos bajando, se sumaron otros dos a la escapada, así que hablamos de trabajo, mientras pitábamos muertos de frío en la vereda.
Al rato de subir, otra vez:
- Gor, en el caso de esta empresa, ¿Puedo mandarla a archivo? - preguntó
- Imagino que no me preguntás en serio. Te estás dando cuenta que me estás preguntando algo ridículo, ¿No? - contesté
- Uh - dijo mirando atentamente el legajo - tenés razón.Soy un boludo.No dije nada -respondió
- Ok - dije secamente
- ¡Ay! ¡No me trates tan mal! - dijo mirándome fijamente a los ojos como pidiendo clemencia
- No exageres -respondí
Así estuvimos casi toda la tarde. Ramiro oficiando de puching ball, y yo pegándole sin tregua.
Hasta que en un momento se levantó para ir hacia la fotocopiadora, y en el camino se desvió hacia mi escritorio.
- No me trates mal , gor. No me gusta. -dijo en tono meloso, mientras me abrazaba, él de pie, yo sentada en mi silla, y me llenaba de besos en la mejilla y en el pelo.
- No seas tonto, sabés que te quiero.Está todo bien - dije sin pensar, como si las palabras se escaparan de mi boca, sin que me pertenecieran. Lo que no le había dicho nunca a Ben, me salía espontáneamente para Ramiro, quien más tranquilo seguía su camino hacia la fotocopiadora.
A las seis de la tarde, luego de haber estado sentado un largo rato en mi escritorio, me dijo que se iba.
- Me voy. ¿Vos tenés para mucho? - preguntó
- Creo que hasta las diez no me voy - dije
- Uh. Hacé así, a la noche llamame a casa, así te doy ánimo y me vas contando cuanto te falta.De paso te hago hablar con la gordita.Le hago decirte cosas lindas así se te hace más ameno- sugirió
- Bueno , dale. Más tarde te llamo - dije
Y nos despedimos.
A las nueve de la noche estaba harta.Afixiada, embotada de tanto estar entre esas cuatro paredes.
Me vino a la mente su propuesta, y sin pensar, disqué el número de su celular.
- Hola, soy yo - dije cuando atendió
- Hola, ¿seguís ahí? - preguntó
- Si, y tengo para un rato.Estoy podrida. ¿Vos que hacías? - pregunté
- Vine a comer a lo de mis viejos -contestó
- Uh, perdoname - dije - andá a comer tranquilo. Sólo te llamé para distraerme un rato - mentí
- No, todo bien, contame como te fue hasta ahora. ¿Adelantaste? ¿Estás casi al día? - preguntó
- Si, pero no es nada importante como para que se te enfríe la comida - dije
- En serio, quiero que me cuentes, si se enfría la caliento. O si querés te llamo más tarde de casa -dijo
- No, me quedo un rato y me voy, porque para eso me traía la bolsa de dormir y me quedaba -respondí
- Jaja, como quieras, pero me hubiera gustado hablar un rato - contestó
- Bueno, ya hablamos, ahora comé tranquilo, que si no siento culpa, ya lo sabés - dije
- Bueno, está bien gordi , como quieras - dijo resignado
- Te mando un beso, suerte mañana -dije
- Otro enorme, ma. Cuidate - dijo
- Vos también, chau - contesté antes de colgar
Sin proponérmelo, había logrado encontrar la manera de sacar algo nuevo de él, algo que me daba fuerzas, algo que me sostenía.
Me había dado cuenta que no toleraba que no le prestara atención y que no le daba lo mismo mi indiferencia.
Había conseguido unos besos que pedían que lo mimara como siempre, y había hecho que me dijera que lo llamara,tal como lo había hecho ayer.
Y la verdad es que yo había saboreado verlo tan pendiente como hace un tiempo atrás.