Ramiro: El zapato que me calza

Hoy me levanté pensando por qué hay relaciones que no van, que no caminan.

Cuando era chica, y veía las películas de Disney, creía que el amor era así de fácil como para La Cenicienta, o Blancanieves o La Bella Durmiente. Todas las protagonistas, mas allá de fregar pisos, envenenarse un poquito o dormir como un lirón, no sufrían para conseguir un candidato.

El candidato estaba ahí desde el principio, y ellas no tenían que andar pregonando que querían un novio.Encima, él era siempre perfecto, y dispuesto a hacer todo por ellas.

Cuando fui creciendo, empecé a considerar la posibilidad de que a Walt Disney le faltara un tornillo, o que simplemente hubiera decidido hacer esas películas porque las de la protagonista que se pasa tres cuartos del film descartando candidatos, y el otro cuarto llorando de desilusión, no le hubiera sido tan rentable.

A mis casi 35, de La Cenicienta la única esperanza que me queda es esperar que algún zapato me calce.
Hasta ahora, siento que fui de zapatería en zapatería probando modelos, pero que los que me quedan cómodos, terminan por aburrirme, los que están en la mesa de saldos indefectiblemente tienen muchos defectos, y los que me gustan, siempre me aprietan.

Ramiro, es el zapato que me doy cuenta que me ajusta por todos lados, pero que sin embargo me lo compro y lo quiero usar a toda costa, por lo bien que luce en mí . Cada vez que camino una cuadra, recuerdo cuanto me duelen los pies, y trato de guardarlos en la cajita , prometiéndome no volver a usarlos.

El problema está en que son tan lindos, que no se si podré olvidarme de que los tengo.