La mala racha

Cuando te sale una mal, generalmente viene una seguidilla.

Al menos a mi me pasa así.

Primero lo de mi vieja, después "esto" con Ramiro, y hoy el mail de RR.HH. donde me avisan que no quedé entre los candidatos para el puesto al que me había postulado.

Por más que de los diez que estábamos en la oficina, ninguno había quedado elegido, me sentí mal. Tan mal, que hasta lloré.

Por supuesto que sería demasiado largo de explicar el motivo de mi llanto, pero entre otras cosas, porque odio convencerme de que en este mundo no cuenta sólo la capacidad , sino la forma en que uno sabe codearse con aquellos que suben el pulgar.Yo siempre creo que la gente tiene código, hasta que descubro que no, y me siento como si me hubiera criado con Heidi en la pradera, o como si mi prima hubiera sido Laura Ingalls.

Por suerte, en medio de mis lagrimones y mi impotencia, estaba Ramiro.

Cuando se dio cuenta de que estaba mal, salió eyectado de la silla.

Me abrazó, él de pie, yo sentada.Mi cara estrujada entre su panza y su pecho, y él dándome besos en el pelo.

Intentó pedirme que pare de llorar, decirme que no valía la pena, explicarme que en todos los trabajos pasa siempre lo mismo.

Yo sólo quería lagrimear tranquila, y acurrucada en él.

A las tres de la tarde agarró sus cosas para irse. Acordamos encontrarnos mañana en la puerta de una empresa, y se acercó a mi escritorio para despedirse.

Me abrazó otra vez y me llenó la mejilla de besos.Pienso que habrán sido como treinta,sin exagerar.

Me soltó, y mirándome a los ojos me dijo:

- Gorda, ellos no saben lo que se pierden. Vos sos la mejor,lejos.

Esa frase siguió golpeando por horas en mis oídos .

¿Acaso él sabía lo que se perdía?