Ramiro: Mejor que decir, es hacer

Desde el lunes que me ronda en la cabeza la idea de mantener una charla con Ramiro. Me da vueltas como una mosca sobre los restos de comida, entra y sale de mi mente como si fuera algo de lo que no debo olvidarme.

Por una cosa o por otra, lo fui postergando, y pensé que hoy era el día ideal.

Nos encontramos a las diez de la mañana.

El llegó primero.

Desde la esquina de enfrente,avenida mediante, pude ver como iba y venía sobre sus pasos, en señal de espera.Se había cortado el pelo, dejando a la vista sus facciones de nene. Lo primero que hizo fue pedirme una opinión sincera sobre el corte, y después puso play y no paró de hablar hasta la una en que nos despedimos.

Apenas nos sentamos en la primera fila del colectivo,pasó su brazo sobre mi hombro y me atrajo hacia él, mientras me preguntaba si estaba mejor. Me dijo que si bien él intentaba minimizar la situación, para tratar de levantarme el ánimo,entendía perfectamente y hasta justificaba mi enojo. Me pidió que intentara pensar que hay cosas que pueden ser más graves, como lo de mi mamá, y que esas son las cosas que deberían realmente preocuparme.Que más allá del mal momento, la vida siempre da revancha, y que algún día llegará un cambio positivo.

Me contó muchas cosas de él, de su familia, de la beba, de sus trabajos anteriores.

Me preguntó mucho sobre mí.

Visitamos la empresa, y al salir fuimos a tomar un café con medialunas.

Cuando estábamos en la caja del minimercado de la Esso, me distraje mirando algunas pavadas de la góndola central. En ese momento escuché que me llamaba:

- Amorrrrr.... nos toca a nosotros.

En lugar de avanzar hacia donde él estaba, me quedé detenida.Me había dicho "amor", espontáneamente, como si le saliera de algún rinconcito del alma. "Amor" no era ni "gor" ni "mamu", era "amor", y sonaba muy distinto.

Apenas nos sentamos, empecé a buscar el momento para hablarle. Pero: ¿Para decirle qué?

Decirle que me da miedo que nos tratemos distinto, sería ridículo.Si bien yo siento que algo cambió es simplemente porque ya no existe esa tensión que se genera antes de haber tenido sexo, cuando el otro es una incógnita, ese algo que no se sabe si es posible o no.

Decirle que no se qué me pasa con él, sería mostrarme como una adolescente confundida que no sabe si salir con el pibe del club o con el del boliche del sábado, y yo no tengo confusión, sino certeza.

Decirle que lo entiendo y que respeto su decisión, sería tal vez la forma de fomentar que él se aleje.Además, por más que lo entienda no lo comparto, así que estaría diciendo algo a medias.

Hacerle ver que no tiene que agradecerme nada de lo que hago por él, sería redundante.Como decirle : No prestes atención a lo que hago por vos, pero tampoco lo pases demasiado por alto. Y la verdad es que ni él ni nadie me obligan a hacer algo.El nunca me pidió nada.

Así que, mientras él hablaba de retomar la facultad el próximo año, yo miraba fijamente mi tacita de café, y mantenía un debate entre mi yo que quería hablar, y mi otro yo que quería callar.

Finalmente ganó mi yo más adulto.El que trata de aprender que a veces ,dar un paso hacia adelante, no significa avanzar. Me contuve. Me llené la boca con la medialuna calentita, y lo dejé hablar, de todo, de nada.

Sin duda, mejor que decir, es hacer.Hacer, es darle espacio, darme tiempo, esperar a ver que pasa, no impacientarme, no presionarlo.

Es volver a ser la "princesa" que lo conquistó, y no la "bruja" que lo acosa.Volver a ser yo, la que puede aguantar hasta el martes sin verlo, y que tiene una vida propia con espacios para disfrutar, en lugar de llenar.

La misma de antes que no hablaba tanto, y que sin embargo decía lo que él quería escuchar.

Al final de cuentas, a las palabras se las lleva el viento.