Un problema gordo
Elena era tan gorda que su sola presencia bastaba para superpoblar el mundo. Pesaba tanto como la vejez, como un ropero de algarrobo, como cien toallas empapadas en agua. Dormía llenando el ancho de la cama, y sus sueños, de tan grandes, eran ilusiones. Elena era inmensa. Sus ojos, redondos como ciruelas, se perdían entre el pequeño espacio que quedaba disponible entre sus abultadas mejillas y las arrugas de su frente. Sus brazos colgaban sin gracia al costado de la masa de su cuerpo, sin rozarlo, al igual que un espantapájaros .Sus piernas rollizas y aletargadas se arrastraban con incomodidad por la ciudad apenas amanecida.
Su vestido floreado parecía un mantel de pic nic de primavera, y el lazo que pretendía ceñirse en la mitad de su figura sólo lograba acentuar su aspecto de mamushka rusa o de escultura de Botero. Elena caminaba por Rivadavia, y con cada paso ondulaba el aire y arremolinaba las copas de los árboles. Cuando sonreía contrayendo los mofletes y mostrando los dientes parecía un bulldog de exposición. Todos los sábados Elena se sentaba en la mesa del fondo del mismo bar, y en susurros, como avergonzada, le pedía al mozo un cortado y una porción de selva negra. La devoraba en cinco bocados, y con el café ayudaba a empujar la crema empalagosa que se atoraba en su garganta. Ella sabía que era gorda, enorme. Se dio cuenta el día en que vio las fotos de su cumpleaños número cuarenta. Había una en la que abrazaba a Héctor, y que le llamó la atención porque en lugar de un gesto de ternura parecía un intento de asfixia. Estrechaba el cuerpo de su esposo al igual que un pulpo con cientos de tentáculos, entre los que asomaba la cabeza de Héctor y su cuerpo escuálido, desgarbado. Junto a la delgadez de él, la gordura de Elena sobresalía notoriamente, y eso era lo único que la perturbaba. En el fondo de sus grandes entrañas, temía ser abandonada, que su marido se fuera con alguien a quien pudiera alzar o con quien pudiera dormir sin miedo a ser aplastado. En dos oportunidades había intentado camuflar su obesidad. La primera, cuando probó disminuir su inflamada barriga conteniendo la respiración, pero tuvo que suspender el método al descubrir que le era imposible hablar sin expulsar el aire contenido. La segunda, cuando pensó que un cabello largo podría disimular su cuerpo y se colocó extensiones hasta parecerse a Rapunzel. Nada le dio resultado, y había pasado noches de desvelo buscando una solución al problema de su gordura. Esta vez creía tener el remedio para semejante congoja. Pagó la cuenta y salió del bar con una sola idea en su mente: continuar la tarea que había comenzado esa madrugada. Entró al almacén contiguo y compró los alimentos más calóricos que se exhibían en las góndolas. Llegó a su casa y luego de saludar a su marido con el brazo en alto, como quien avisa que se ahoga en medio de la corriente, se dispuso a hornear pan casero, y a freír milanesas que acompañó con papas empapadas de aceite. En una sartén aparte colocó harina y leche, y revoleó con maña los panqueques que luego untó con una capa gruesa de dulce de leche. Colocó la comida en una bandeja gigantesca y la sostuvo con firmeza en su trayecto hacia el comedor. Al llegar al centro del living se detuvo y se agachó para apoyarla sobre la alfombra, junto a la silla que ocupaba Héctor. No creyó conveniente desatarle las manos que con esmero había anudado por la espalda esa mañana, pero de un solo movimiento le arrancó el pañuelo con que lo había amordazado. Cortó la comida en pedazos, y pinchó una porción de carne y algunas papas fritas. Llevó el tenedor hasta la boca de su marido, y con una sonrisa digna de la Mona Lisa y su ancho cuerpo hinchado de alegría, lo obligó a comer.
Elena era tan gorda que su sola presencia bastaba para superpoblar el mundo. Pesaba tanto como la vejez, como un ropero de algarrobo, como cien toallas empapadas en agua. Dormía llenando el ancho de la cama, y sus sueños, de tan grandes, eran ilusiones. Elena era inmensa. Sus ojos, redondos como ciruelas, se perdían entre el pequeño espacio que quedaba disponible entre sus abultadas mejillas y las arrugas de su frente. Sus brazos colgaban sin gracia al costado de la masa de su cuerpo, sin rozarlo, al igual que un espantapájaros .Sus piernas rollizas y aletargadas se arrastraban con incomodidad por la ciudad apenas amanecida.
Su vestido floreado parecía un mantel de pic nic de primavera, y el lazo que pretendía ceñirse en la mitad de su figura sólo lograba acentuar su aspecto de mamushka rusa o de escultura de Botero. Elena caminaba por Rivadavia, y con cada paso ondulaba el aire y arremolinaba las copas de los árboles. Cuando sonreía contrayendo los mofletes y mostrando los dientes parecía un bulldog de exposición. Todos los sábados Elena se sentaba en la mesa del fondo del mismo bar, y en susurros, como avergonzada, le pedía al mozo un cortado y una porción de selva negra. La devoraba en cinco bocados, y con el café ayudaba a empujar la crema empalagosa que se atoraba en su garganta. Ella sabía que era gorda, enorme. Se dio cuenta el día en que vio las fotos de su cumpleaños número cuarenta. Había una en la que abrazaba a Héctor, y que le llamó la atención porque en lugar de un gesto de ternura parecía un intento de asfixia. Estrechaba el cuerpo de su esposo al igual que un pulpo con cientos de tentáculos, entre los que asomaba la cabeza de Héctor y su cuerpo escuálido, desgarbado. Junto a la delgadez de él, la gordura de Elena sobresalía notoriamente, y eso era lo único que la perturbaba. En el fondo de sus grandes entrañas, temía ser abandonada, que su marido se fuera con alguien a quien pudiera alzar o con quien pudiera dormir sin miedo a ser aplastado. En dos oportunidades había intentado camuflar su obesidad. La primera, cuando probó disminuir su inflamada barriga conteniendo la respiración, pero tuvo que suspender el método al descubrir que le era imposible hablar sin expulsar el aire contenido. La segunda, cuando pensó que un cabello largo podría disimular su cuerpo y se colocó extensiones hasta parecerse a Rapunzel. Nada le dio resultado, y había pasado noches de desvelo buscando una solución al problema de su gordura. Esta vez creía tener el remedio para semejante congoja. Pagó la cuenta y salió del bar con una sola idea en su mente: continuar la tarea que había comenzado esa madrugada. Entró al almacén contiguo y compró los alimentos más calóricos que se exhibían en las góndolas. Llegó a su casa y luego de saludar a su marido con el brazo en alto, como quien avisa que se ahoga en medio de la corriente, se dispuso a hornear pan casero, y a freír milanesas que acompañó con papas empapadas de aceite. En una sartén aparte colocó harina y leche, y revoleó con maña los panqueques que luego untó con una capa gruesa de dulce de leche. Colocó la comida en una bandeja gigantesca y la sostuvo con firmeza en su trayecto hacia el comedor. Al llegar al centro del living se detuvo y se agachó para apoyarla sobre la alfombra, junto a la silla que ocupaba Héctor. No creyó conveniente desatarle las manos que con esmero había anudado por la espalda esa mañana, pero de un solo movimiento le arrancó el pañuelo con que lo había amordazado. Cortó la comida en pedazos, y pinchó una porción de carne y algunas papas fritas. Llevó el tenedor hasta la boca de su marido, y con una sonrisa digna de la Mona Lisa y su ancho cuerpo hinchado de alegría, lo obligó a comer.
13 Blondas y algunos rubios no se callaron:
Hola Blondie!
Ya lei los 4 relatos y voy a proceder felizmente a comentarlos.
Relato 1: Es un buen relato, pero yo lo cortaría en "cuerpo quieto", antes del segundo desenlace. ¿Por qué? Porque me temo que es una historia trillada lo de morir encerrado en un ataud, me recuerda a la historia de Rufina Cambaceres sobre la que se ha escrito a más no poder. La primera parte del relato está muy bien, y deja entrever la luminosidad de lo oscuro que pudiste transmitir, eso a mi parecer, claro.
Relato 2: Está muy bien narrado, me gustó. Creo que no nombraría a la mujer, y tampoco haría que ella se presentara, digamos que lo mejor sería dejar abierta esa distancia, y la posibilidad de pensar si es posible olvidar a alguien de ese modo, o quizás que hasta ella misma se olvidara de ella misma al hablarle.
Lo que sí me pareció raro es que si ella era su novia no llamara para avisar que volvía o algo así, quizás sería bueno que ella dijera algo como, Llegué ayer, pero no te avise porque quería sorprenderte... cuak:P
Relato 3: Está también muy bien narrado. Se divisa bien el conformismo que se drena de él a ella, a través de un solo punto en común. Me recordó a una canción de Ismael Serrano, "Un muerto encierras".
Relato 4: Es bastante freaky jajajaja, la idea de que alguien quiera hacer que su pareja sea como uno en vez de inmolarse y romperse el alma para ser como los demás. Demuestra un ego elevado en alguien a quien esta sociedad, por su problema de obesidad, "condena" a dietas interminables y al odio hacia uno mismo. Digamos que bien hasta podría idearse un plan para ir haciendolo con cada persona que conoce para "convertirlos" a su mundo y no tener que dejar de ser ella. ¡Qué el mundo se amolde a mí!
Bueno, en general debo decirte, que después de haber leido tus primeros cuentos, estos relatos sobrepasan bastante, por no decir ampliamente, en estilo a aquellos que lei hace un tiempo. Creo que estás encontrando tu "yo" escritor, y estás descubriendo quien sos como narradora. Se nota la diferencia.
Me tiro a la pileta diciendo que probablemente ese texto por el que tu profesor te felicito sea el del señor del dvd que hace terapia, quizás no, pero me da esa impresión, ya que cuando lo lei pude notar el progreso. Que te sienta mucho mejor narrar bien de la boca, narrar plano y en seco, con TU "idioma" a decorar con "frases (flores) armadas de narrador consagrado" que suenan bien, que es lo que TODOS intentamos al principio, como cuando aprendemos a hablar lo hacemos por imitación. Por eso creo que te estás encontrando, porque estás saliendo del estilo prefabricado con que se supone que debemos escribir.
Ahora, qué texto elegiría yo... puf, que difícil... Cuando vine pensé que iba a ser más fácil elegir, que alguno iba a destacar sobre los otros de una manera muy visible, porque casi siempre que nos inspiramos ese momento decrece y lo primero suele ser lo mejor desde que nos visitan las musas... Pero acá no che! están todos muy bien. Por alguna razón los dos que más me gustaron fueron el 2 y el 3... supongo que por cómo están narrados... De todos modos el 4to tiene un trasfondo social muy copado... El 3 y el 4 los tienen, el tercero por ese conformismo al parecer cada vez más común en la clase media... el cuarto por lo que mencioné antes... Y el primero es tán "pictórico" que también me agradó, se siente la muerte en vida.
Realmente no sé cuál elegiría... te diría que el...hmmm, el 2 o el 3...
No sé te digo que no puedo elegir... ahhhhhhhh!!! jajajaja
Yo te hago las críticas, vos elegí el que te guste a vos... de hecho me gustaria saber que te causa cada uno y que pensas vos sobre los textos... mandame un email:)
Te quiero!!!
Ah, soy la chica esa que está loca... la que te prometió hace un rato que iba a dejar huella de vez en cuando MUA!
Vir: Ahí te contesté via mail.No tengo más que palabras de agradecimiento por la molestia que te tomaste al contestarme al detalle.Suerte que te gusta leer!
Te adoro, cuidate.
Mua!
Hola Blonda
A mi me gustó en nº 2; es mas, lo pienso poner en práctica, podré llegar al olvido total como el protagonista??? Que bueno sería.
Te dejé mi voto.
Suerte con el concurso!
Besos
Any
Hola amiga !!! Me parecen buenos los cuatro !!! muy buenos, con algunas cosas por pulir, pero fascinantes ... El primero, es atrapante, lo unico que objetaria es que nadie se muere por tres rayas comunes, ahora si te compras "un papel de 3gr" lo dividis en tres saques y te los jalas de una y de parada en un baño seguro que si ... igualmente es increible como logras describir el estado ansioso del adicto, pero se te escapa la jerga ... nadie que toma merca utiliza la palabra "hilera", si raya, linea, pase, tiro, etc... igual cambiando algunos terminos me resulta un relato jugado, fuerte y conmovedor.
El segundo, lo leo redondito, me encanta, no le cambiaria nada, es demente y perfecto, me parece muy original que logre borrarla por completo, al punto de tenerla enfrente y no reconocerla.
El tercero, si bien me gusta mucho, tambien me angustia, puede ser un poco el espejo en el que me veo bailando sin ganas a mi.
Y el cuarto me parece igual que el segundo ... redondito, perfecto y demente, me encanta, lo unico que me hace ruido es las arrugas en la frente de la gorda, porque creo que los gordos no lucen arrugas (nada de cunetas, son todas lomas de burro).
Ramona.
Any: A mi tambien me gusta mucho ese relato, pero no se si el final no suena como demasiado "ahi" el desenlace, como muy expuesto.Será original la resolucion?
Gracias por el voto.
Ramona: Justamente los publiqué con uan semana de tiempo porque se que hay cosas para ajustar.Gracias por los términos que me das (pase,tiro), raya y linea ya los usé.Tampoco conozco las cantidades, y era dato a averiguar (porque en google no lo encontré).
Pero igualmente no creo que presente el primero,porque me parece menos original el tema.
Hay dias en que me gusta mucho el dos y otros en que me decidiria por el 3 o el 4. No logro decidirme.
Gracias por ayudarme!!! En serio ;)
Besos
Blondis! Muy buenos che.. la verdad es que me gustaron mucho.. me gusto el 2.. puede ser que la resolucion sea como que demasiado clara, pero es rotunda como los recursos que usa el protagonista para olvidarla.
El 3 duele.. ajajajj.. todos pasamos por eso alguna vez. Me gusta como describis la escena..
El 4 muy loco.. tb me gusto mucho! Es distinto.. igual me gusto mas el 2.. asi que voto por ese! ajaj Besotes!
Blonda: ¡¡¡¡ Què difìcil que es elegir uno de tus cuatro relatos !!!!!!!!!!!. Todavìa te soy sincera no vote ninguno, porque no sè por cual inclinarme, cada uno tiene como un toque especial. Eso demuestra que tenes un don especial para la escritura. Bueno, en cuanto me decida...Voto.
Muy buena semana.
Un beso grande.
VANE
Ni fu ni fa: Como me hacés dudar con tu respuesta, porque si bien me decis que te gusta y que lo elegis, me decís que está resuelto el final...en realidad lo obvio no creo que sea que él de tanto querer olvidarla no la reconoce, asi que supongo que te referis al hecho de que ella aparece en escena....no se...
Yo estoy teniendo internamente un favorito.Veremos...Gracias por leerlosssss!
besos!
Vane: Asi como estas vos estoy yo, solo que yo me juego el concurso,jajaja.
Un dia me gusta mas uno, al rato estoy convencida de que es otro, y asi.
Votá cuando quieras.
Mi finde fue un embole.El tuyo?
Besos :)
Hola Blonda!! el 2 y yl 3 fueron los que me atrajeron. No entiendo mucho de escritura, lo mio es mas bien visceral, entro a leer y me atrapa y quiero llegar al final o lo dejo a mitad de camino pq no me cautivo. Lei los 4 por completo y tanto el 2 como el 3 me gustaron mucho el 4 me hizo acordar a una pelicula (si recuerdo el nombre te digo). Lo que me gusto de todos es como describis los detalles. Besotes y suerte!!!!!!
Blonda, a mi me encantan los cuentos, pero no se nadita de literatura ni de formas ni de nada. lo mas que te puedo decir esta basado unicamente en lo que yo creo, sin bases:
El primer cuento empieza genial, descriptivisimo, sentido. Pero rematarlo con que fue enterrado vivo, te hace caer en un lugar comun. creo. ya se ha visto bastante de eso.
El segundo nos cautiva a todos los que quisieramos olvidar asi de limpiamente, es como que has plasmado la eterna fantasia del abandonado. Me parece bonito, pero al regreso de ella me parecio que le faltaba magia, no se, alguna mencion a que el dia en q el quemaba las cosas ella comenzo a sentir una irrefrenable necesidad de volver... algo para terminar de satisfacer a esos "yos" egoistas que saboreamos la historia como propia, el hecho de q nuestro olvido irreparable le arranca una parte del corazon... que se yo, me emocione jajaja.
El tercero esta lindo, lindo. Retrata una realidad de lo mas comun, y lo hace de manera sencilla, tierna, comprensible. Es muy bueno. Pero yo no lo elegiria para el concurso... no se.
El cuarto, ufff, el cuarto es el mejor. Inesperado giro, la tragica condicion de la obesidad morbida vista de una forma tan original, el contrastante esposo, y la manera en que se hilan los pensamientos de Elena para llegar a la final estrambotica y logica (dentro del contexto de la mentalidad de la protagonista) solucion, es magnifico. A mi me parece el cuento ideal.
Pero como te he dicho, yo no se nada de literatura ni de letras ni de escribir. Espero te sirva de algo! besis
Cerca....nunca lejos: La peli que seguramente recordas es Misery,pero en ella la mujer no era asi de gorda, ni el tipo era el marido, ni lo queria engordar.El era escritor y ella una fanatica que lo secuestra para que escriba su proxima novela.Creo que no se parecen en nada, aunque te debe haber hecho acordar el que lo tenga amordazado...
Sigo indecisa.Besos
Yle: Bueno...pedazo de critica, una genia! No desacuerdo en nada con vos, transcribiste tal cual mi autocrítica, y creo que entendes bastante de la materia,aunque no lo creas.
El 1, ya lo habia descartado, me gusta como empieza, pero el final es poco original, auqnue me saqué el gusto de escribir sobre eso.
El 2, me gusta como quedó la descripcion de lo que siente él, de lo que duele extrañar y no poder quitarte a alguien de la cabeza, pero el final no se si es lo que merece la historia.Tengo dudas.
El 3,esta bien como escena, pero ni a palos para concurso.
El 4, me parece original para un concurso, y creo que desde el momento en que ella plantea que tiene la solucion para su gordura, el lector no piensa que consiste en engordar al marido, por lo que me parece que el final es sorpresivo.Sin dudas es el que mas me gusta,ya le tomé cariño, y estaba asustada porque tiene pocos votos, pero tu critica me inclinó la balanza 100 %
Gracias Yle, no me equivoqué al pedirte que opinaras.
Besos y abrazo!
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