Las últimas veces que hablamos por teléfono, se dedica a contarme anécdotas de su vida.
Por lo general, habla mucho más él que yo.
Me cuenta de cuando mandó a agrandar el placard de su casa nueva porque su ex lo había ocupado por completo, y él no tenía lugar ni para guardar sus medias.
Después, me habla de una fiesta de disfraces en la que se disfrazó de pirata, y su ex de mujer policía.
Menciona que con su ex mujer iban siempre a comer por San Isidro, cerca del río, y que ella comía todo sin sal y odiaba el tomate.
Cada vez que pronuncia la palabra "ex", en mi interior suena una alarma.
La dejo pasar, tratando de justificarlo diciéndome a mi misma, que sus anécdotas del pasado es lógico que la incluyan a ella.
Cuando cortamos, descubro que hablamos casi tres horas, y que en ese tiempo me enteré de mil y una historias de su vida y su ex, pero que yo solo hablé de como había sido mi fin de semana.
No me preguntó nada, pienso.
Y aunque me parece raro, no le doy demasiada importancia, y la historia con Jona sigue.
0 Blondas y algunos rubios no se callaron:
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