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viernes, 20 de junio de 2008

Jona: Mariposas en el estómago


Jona no se cansa de decirme que siente mariposas en el estómago, y que hace mucho que no siente eso por nadie.

La frase es cursi, y pasada de moda, pero cuando uno está embalado con la idea de apostar al amor, suena maravillosamente linda.

Quedamos en vernos el próximo domingo a las once de la noche.

Pienso que va a ser el primer tipo que me pase a buscar por mi casa nueva.

Estoy bronceada, así que elijo unos pantalones blancos, un strapless blanco con flores en turquesa , y un saco de jean.

Me siento linda, y estoy entusiasmada con la idea de verlo.

Cuando pasan diez minutos de las once, me llama al celular para avisarme que está abajo.

Finalmente lo veo, de pie junto a su auto importado.

Es igual a la fotos que me mandó, así que no hay sorpresas.

Me da un beso en la mejilla e improvisamos un pequeño abrazo.

En el camino hasta el bar, nos reímos mucho sobre mi fascinación con el auto.

No es por el auto en si, sino porque jamás había visto uno que tuviera tantos botones.

Marca la hora, la humedad, la temperatura externa e interna, la calle por la que vamos, el tema que suena en el stereo, y hasta alerta si algo o alguien está cerca .Para él eso es algo normal, pero para mi es como un mundo desconocido. Y con esos comentarios se pasa el tiempo de recorrido entre mi casa y Belgrano.

Vamos a un bar frente a la plaza. Hay mucha gente porque la noche está linda y es verano.

Queda una sola mesa vacía , que está pegada a unos arbustos. No es cómoda, porque sobresalen algunas ramas, pero igual nos sentamos.

Pedimos una cerveza y Jona empieza a hablar.

Estar hablando personalmente con él es casi igual a hacerlo por teléfono.

El habla y yo me ocupo de festejar sus chistes y de hacer preguntas sobre lo que cuenta.

Cinco veces menciona a su ex.

Voy al baño. Cuando regreso, está con su silla orientada hacia la puerta por donde yo salgo, como para verme venir, y me parece una señal de caballerosidad que me gusta.

Lo único que dice en relación a mi persona es que soy más linda personalmente.

No me pregunta nada, excepto si quiero más cerveza.

Habla, porque mentiría si digo hablamos, durante tres horas.

La gente que estaba cuando nosotros llegamos, ya se fue, y todas las mesas están vacías salvo la nuestra.

A las tres de la mañana el mozo nos pide si podemos retirarnos porque van a cerrar.

- Es una buena señal que hayamos hablado tanto -dice

Subimos al auto y me lleva hasta mi casa.

Estaciona.

Me dice que a las cinco se levanta para ir a trabajar, que por eso no se queda conmigo en casa, pero que apenas llegue a la oficina me escribe por el Msn porque me va a extrañar.

Nos besamos.

Si bien esperaba que fuera un beso de película, descubro que es un beso normal.

Nos besamos algunas veces más y nos despedimos hasta dentro de unas horas en que quedamos en hablar.

Esa sería la única vez que lo vería.

0 Blondas y algunos rubios no se callaron: