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jueves, 26 de junio de 2008

Palabras mimosas



Cuando llego a casa, lo llamo al celular.

- Hola -digo

- ¿Quien habla? - pregunta.La verdad es que llamándolo de mi casa a las siete de la tarde no pretendo que reconozca mi voz.Yo tampoco hubiera reconocido la de él.

- Yo, Blonda - contesto

- Hola, Blon -dice

- Te llamo para decirte que yo mañana voy a la nutricionista a dos cuadras de la empresa a la que ibas a ir solo.Por ahí es muy pronto para que encares eso sin nadie que te ayude, así que si querés nos encontramos - digo

- Dale, te espero a las 10.30 en Libertador y Congreso - dice

- Dale, beso - contesto

- Otro - dice, y corta.

Pienso que en comparación a lo que hablamos siempre, esa pequeña conversación fue espantosa.

Evalúo la posibilidad de que no pudiera hablar, y hasta de que me esté odiando por haberlo llamado.

Por suerte, cuando a la mañana siguiente lo veo lo primero que me dice es:

- Perdoname si ayer estaba medio seco por teléfono, es que estaba en la peluquería cuando me llamaste, y tuve que hacer malabares para atenderte, y cuando te atendí, estaba pendiente de que el peluquero, que seguía cortándome el pelo, no me rebanara una oreja con esa maquinita.

Respiro aliviada.Supongo que él también se quedó con la idea de que el tono de la conversación no había sido el apropiado.

Tomamos el subte.Está lleno.Recién conseguimos un asiento una parada antes de bajar.

Cuando llegamos a destino, le digo:

- Vamos, ya llegamos

- No.Falta -responde

- No, es la terminal- le digo

- No puede ser.Hablando con vos se me pasó volando el viaje -dice

Yo me alegro, realmente me alegro de que sea así.

En la oficina, mientras él habla con un cliente, le hago señas para preguntarle si quiere café.Asiente.Voy a la cocina, robo una taza porque él no tiene, y le sirvo café.Le pongo tres de azúcar como le gusta.Se lo llevo, y le doy tres de mis galletitas.Le dejo todo en el escritorio.

Cuando corta me dice:

- ¡Cómo me malcriás!

- Si no te gusta, no lo hago más -contesto

- ¡No! Me encanta, lo sabés - dice

- Claro, me dijiste que sos mimoso- contesto

- Si, muy mimoso, ¿No mimosona? -responde

Nos reímos de lo infantil de la conversación.

Ahora...¿Qué pasaría si yo no lo malcriara más? ¿Qué efecto lograría? ¿Qué extrañe los mimos, o que piense que si no lo mimo es porque no me importa y el efecto sea contrario?

Pregunta a considerar para el plan B que empiezo a tejer en mi mente, para implementar la semana que viene, si este viernes, que vamos a juntarnos en lo de Dani, no hay ninguna muestra de su parte que me indique que lo nuestro sigue en pié, mas allá de en mi mente.

0 Blondas y algunos rubios no se callaron: