El fin de semana me llama cada dos horas.
Llama desde su celular, mientras cuida a sus hijas.
Llama mientras está en la plaza y las hamaca.
Llama después de que les da de comer.
Llama después de dormir la siesta con ellas.
Vuelve a llamar mientras están en la cola del cine.
Por supuesto, llama para contar como fue la película y antes de acostarse.
Cuando hablamos, escucho las voces de sus hijas de fondo, y pequeños diálogos que mantienen entre los tres y por lo cual interrumpimos la conversación varias veces.
Me da ternura su rol paternal.
El domingo cuando chateamos por el Msn, me dice que la más chiquita, a quien sostiene en brazos, señala con su dedo mi foto que aparece en su monitor, y que se sonríe. Me aclara que eso es una señal de consentimiento y que seguramente voy a superar felizmente la prueba de conocer a sus dos hijas.
Si bien todo suena como demasiado apresurado de su parte, me meto en el juego, y decido darle una oportunidad a la vida.
Tal vez sea Jona el que yo también espero.
¿Cómo saberlo?
0 Blondas y algunos rubios no se callaron:
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