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domingo, 22 de junio de 2008

33 gritos de campeón


Gretel es como nosotras, así que siento como si ya la conociera de toda la vida.

Creo que eso tiene mucho que ver con que Renata siempre me haya hablado de ella.

Le pido permiso para prender la radio. Se que para el que no le gusta el fútbol, escuchar el partido es una tortura, pero estar saliendo campeones y no poder escucharlo es más tortuoso aún.

A los cinco minutos, gol de Olimpo.

Me angustio,lógicamente.

Mientras hablamos y comemos y mateamos en el Living, escucho otro gol.

Esta vez es de River.

Faltan quince minutos para que termine el partido.

Empiezan a caer mensajes a mi celular de todos mis amigos "gallinas", y hasta de mi mamá.

Finalmente el partido termina.


Y son 33 gritos de Campeón en el alma, que solo entiende aquél fanático del fútbol,como yo.

2 Blondas y algunos rubios no se callaron:

goloviarte dijo...

pues ahora,España -Italia y vamos a ganar los españoles,bueno ya que estoy aquí,te invito a participar en mi blog directorio aquiestatublog.blogspot.com
ven y deja tu blog en el libro de visitas,te conocerán mejor
invito a los mejores,pero si lo consideras spam,te pido perdón y borres el comentario,gracias

Anónimo dijo...

Cuando conocí a mi novio, yo tenía un prerrequisito con todos mis pretendientes: que odiaran al fútbol tanto como yo, que casi sin padre me quedo por culpa de su fanatismo bostero. Lamentablemente, él no sólo es fanático: es socio. Yo respeto tanto su pasión por River que, a la semana de fallecer mi vieja, él me dijo como si fuera una propuesta de matrimonio: "no voy a ir a la cancha, me quedo con vos". Pero él tenía que ir a protestar contra Aguilar, una cuestión que jamás entenderé, pero que en mi afán de ser para él algo de lo que él es para mí, me obligó a decirle: "andá, yo lo de mi vieja no lo puedo cambiar, pero vos tal vez puedas hacer algo con eso de Aguilar". Mi papá, recientemente viudo y ultra fanático de Boca, con esa complicidad que tienen los grandes contrincantes que comparten la misma pasión, me felicitó. Mientras, yo miraba todo el tiempo la tele, esperando verlo durante la protesta en el hall. A la noche mientras cenábamos, mi novio se acerca a la tele, señala un punto azul corriendo de un lado para otro y me dice: "ves, ese soy yo". Sentí miedo en retrospectiva, pero vi su sonrisa mientras lo decía. Una sonrisa que mucho contrastaba con lo que yo sentía después de haber podido gozar de mi primer día sola llorando mi pérdida y mi miseria y, ese día, y sólo por ese día, fui un poquito de River.

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