Mi segundo día en la oficina, es tristísimo.
Todavía hay comentarios del fin de semana en el que un compañero festejó el cumpleaños, y entre los chimentos habituales, escucho el que confirma lo de Carla y Leandro.
Ella, a todo esto, me mira con cara de altanera.
Descubro que no me saluda cuando llega, sino que solo se dedica a clavarme una mirada en la que se lee: "¿Viste que yo si, y vos no?", cada vez que nos cruzamos.
Tengo ganas de envenenarle el café o ponerle dinamita en la cartera o de enmantecar la escalera antes de que baje.
Por supuesto, que solo me quedo gruñendo en mi escritorio.
Leandro me invita a que bajemos a fumar un cigarrillo.
Y voy, por supuesto.
Ella, desde su escritorio, nos ve salir juntos.Ya no sonríe.
Cuando estamos fumando, hablando de la vida, no aguanto más y escupo la gran frase:
- Suerte que Carla te tenía podrido, no ?
- ¿Por? - responde impávido
- Porque apenas volví del sur me contaron el nuevo romance de la oficina.Vos y ella. -digo
- Solo hubo un par de besos, pero no es nada serio.La verdad es que la mina me ganó por consancio, pero realmente es super pesada,no la aguanto - responde
- Mirá vos, que raro, porque para caerte pesada, están bastante tiempo juntos.- digo irónicamente
- No se que te habrán dicho - contesta
-Nada.Todo bien - digo
Continuamos fumando en silencio.
Esos silencios incómodos que parecen eternos, donde me gustaría tragarme la colilla del cigarrillo con tal de tener algo para hacer.
No nos miramos, ni decimos nada, hasta que en la última pitada me hace señas de que subamos.
Cuando estamos en el ascensor, me suena el celular.
Es un mensaje de Norman.
- Gracias por los chocolates Rubia! Me encantaron!!!! Besos
- Me alegro.Besos. - escribo
Eso es lo único que me hace sonreir en todo el día.
Una idiota, lo se.
0 Blondas y algunos rubios no se callaron:
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