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lunes, 9 de junio de 2008

Tarjeta de embarque




Al final no tuve tiempo de nada.Corrí todo el fin de semana.Por suerte pude ver a Renata y a Sami antes de irme.Fuimos a tomar algo a un café de Belgrano. Sami llegó tarde porque estaba con su novio nuevo, que no la deja ni a sol ni a sombra.Después la fue a buscar y se sentó con nosotras un rato, casi por obligación.También vino el marido de Renata, que trataba de integrar al novio en cuestión a la charla, pero sin éxito.La cruel y ridícula realidad era que se la pasó pateando a Sami por debajo de la mesa para que se fueran.Demás está decir que no fue nada sutil en sus movimientos, así que Renata y yo nos dimos cuenta, lo que fue suficiente para que le hiciéramos la cruz.¿Donde se ha visto que un novio no pueda soportar un café con amigos de la novia, sobre todo sabiendo que hay una de las amigas que está viajando a Ushuaia con la idea de quedarse un año?Flojo,muy flojo.


Llega el Domingo. A las 4 am estamos Leandro y yo en el aeroparque.
Los dos dormidos,él,además, de mal humor.
Su cara denota la tristeza de tener que abandonar a su hijo justo en ese día.
Yo, que soy mandada a hacer para sentir pena por un otro, y sobre todo si a ese otro lo aprecio,me desvivo todo el viaje por tratar de levantarle el ánimo.

No hay caso.Está fastidioso, irascible.

Hasta el momento en que nos sentamos en la fila 23 del avión yo tenía la ilusión de que ese día y medio solos fuera como una Luna de miel, sin sexo, pero Luna de miel al fin.
Una vez que lo tuve ahí, encendiendo la luz para llamar a la azafata para reclamar que el jugo no tiene hielo, o que la ventilación individual le molesta y no puede apagarla, me di cuenta que mi tarjeta de embarque no tenía como destino la isla de la fantasía, sino Ciudad Gótica.

0 Blondas y algunos rubios no se callaron: