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viernes, 27 de junio de 2008

Puntos suspensivos


Hoy aproveché que Ramiro no iba a la oficina temprano, y me fui de shopping.
Me compré dos camisas y ropa interior, con la esperanza de estrenarla con él.
Al mediodía me pedí una empanada, con la esperanza de que a la noche mi panza fuera ultra chata.
A las tres de la tarde llegó Ramiro, y mis esperanzas se fueron silbando bajito por la Avenida Corrientes.

No tiene con quien dejar a la nena.
Sus viejos, por primera vez en el año van a salir justo hoy, y no van a poder cuidar a Miranda como lo hacen siempre.
Me lo dice triste, como si realmente quisiera venir.
Confirmo lo que pienso cuando me dice:

- Pero puedo pasar un rato con la gorda, así la conocés.

Le digo que no, que lo más probable es que se suspenda porque somos muy pocos.
Y es cierto.Se suspende.

Como es su día franco, solo va a quedarse una hora en la oficina.
Esos sesenta minutos los pasa conmigo,en mi escritorio, como de costumbre.

A Leandro se le ocurre sentarse en el escritorio de atrás, el que hace dos meses que no usa porque desde que lo ascendieron se sienta en la parte de adelante, desde donde no puede verme.
Cuando me levanto para ir a la fotocopiadora, y frente a los ojos de Ramiro, me dice:


- Blonda,¿me traés un café?


No tiene nada de raro su pregunta, ya que muchas veces, en el pasado, yo se lo traía sin que me lo pida.Ahora, ya no se lo sirvo a él, sino a Ramiro, claro.
Le digo que no, que estoy ocupada, y cuando vuelvo a mi escritorio, me agarra del brazo y me dice:


- Al menos,¿ me rascás la espalda como vos sabés?


Se la rasco, sin demostrar entusiasmo, mientras pienso que pensará Ramiro de lo que acaba de decir Leandro: "como vos sabés".
Le doy una palmadita en la espalda, de esas que se dan los hombres cuando se saludan, y vuelvo a sentarme de donde no debí haberme movido.


Ramiro me pregunta si me voy con él.Yo pienso que para ser viernes ya trabajé lo suficiente, y le digo que me espere , que nos vamos.
Tomamos el subte, como siempre.
Está lleno, pero conseguimos lugar para sentarnos.
Vamos hablando sin parar, y entonces, algo que dice hace que le pregunte:

- ¿Pero cuánto hace que estás en la empresa ya?

- Dos meses -dice

- Ah, mirá vos, pensé que era menos - respondo pensando lo rápido que pasa el tiempo

- Es que cuando entré, primero tuve la capacitación, y recién ahí , al mes, me conociste -contesta

- Con razón, ya me parecía -digo

- Yo me acuerdo las primeras palabras que crucé con vos, ¿sabés? - dice con cara seria

- ¿Si? - pregunto

- Si.Te dije que no podía marcar la clave del teléfono, y te mostré el número que tenía anotado.Vos me dijiste que uno estaba mal.Yo te dije que eras un ángel, mi ángel de la guarda -dice al detalle.

- Es verdad, fue tal cual -digo, evitando demostrar la emoción que me causa que él recuerde cada palabra tan literalmente.

La situación que sigue a ese diálogo es extraña.Se huele un aire raro, como si flotara el amor entre ambos.Me mira, lo miro, y nos decimos más con los ojos que con las palabras.Hasta que tiene que bajar.
Entonces, toma mi cara como aquella noche, y me llena de besos en la mejilla, como si el impulso le hubiera ganado la pulseada.

- Chau, y si se juntan hoy o mañana avisame,¿sabés? - dice

- Si, te aviso, o te llamo, no se -contesto

Desde la puerta, antes de bajar, se da vuelta y con una voz dulce y encantadora, me dice:


- Cuidate,¿si?

- Vos también,mucho - digo

- Si, me cuido

Y se va, después de mirarme entre la gente que desciende.
Cuando el subte arranca, descubro que mis ojos se llenan de lágrimas.

En mi historia con Ramiro, esos besos equivalen a tres puntos suspensivos, que separan lo que hizo y dijo hoy, de lo que puede hacer o decir mañana.

Y en el medio quedo yo, colocada entre paréntesis.

2 Blondas y algunos rubios no se callaron:

Unknown dijo...

si conocere esos besos...


lectora reciente del blog que quiere saber cada detalle..
y que tu ramiro, es mi leandro


jajajajajaj

Blonda dijo...

Florcita: Bienvenida! Tené spara entretenerte hasta el día de hoy con la historia de Ramiro, pero espero que con tu Leandro las cosas te hayan salido mejor.
besos