Para poder entender mi hoy es indispensable revisar el pasado.Por supuesto que hay un pasado que se hace presente, que me persigue como un fantasma.Ese pasado es Norman.
Tuve una época en que harta del aburrimiento de los sábados en casa,retomé el hábito del chat.Elegi un nick: Blonda, y me sumergí en un mundo lleno de seres desconocidos que intentaban conquistarme en la segunda frase.Entre fetichistas, sexópatas y bisexuales, apareció él ,con un nick que para cualquiera amante de los chocolates sonaba tentador: Toblerone.
Misma edad que yo, trabajo similar,humor ácido e inteligente, agudo en sus comentarios,una foto donde se veia agradable.Un combo interesante.
Nuestras charlas se prolongaron todas las noches,durante una semana,por el MSN, hasta que decidimos vernos un domingo.
Como a esa altura ya me inspiraba cierta confianza, le di mi dirección para que pasara a buscarme en su auto.Tocó timbre puntualmente, bajé los cinco pisos y alli estaba, abriendo la puerta de su auto y saludándome con un beso en la mejilla.
Ese es el momento crucial que marca el inicio de una noche inolvidable o de una noche para el olvido.En mi caso era la primera opción.
Mi primera impresión fue que no se parecía demasiado al de la foto, pero así y todo había algo en él que hacía que mi corazón latiera aceleradamente.
Me subí,sonreí y pregunté:
- Adonde vamos?
- A dar vueltas con el auto,escuchando música.
Y asi fue que estuvimos dando vueltas por la ciudad (de Puerto Madero al Tigre dos veces) con apenas una parada en un Am-Pm de una estación de servicio para comprar alguna gaseosa.En el viaje no paramos de hablar, de reirnos, de descubrir coincidencias sobre música, comida, peliculas y de la vida en general.
Después de tres horas me dejó en la puerta de casa.
No hubo beso,solo un abrazo.
Cuando cerré la puerta de mi departamento solo pensaba en una cosa.
Quería volver a verlo.
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